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Los Quince protagonizarán hoy en Berlín una gran batalla sobre el 'cheque alemán'

Xavier Vidal-Folch

ENVIADO ESPECIALLos líderes de la Unión Europea (UE) acuden hoy a la cumbre de Berlín, que debe cerrar la Agenda 2000 -el paquete presupuestario para el primer septenio del siglo-, habiendo limado asperezas, pero aún con fortísimas fracturas. La presidencia alemana ha repartido concesiones parciales, con objeto de asegurarse su principal reivindicación: la creación de un cheque alemán. Francia y España se oponen, tanto porque es regresivo -castigaría a los pobres en beneficio de los ricos- como porque atenta contra el Tratado. Se augura una gran batalla.

Sólo un pacto permitiría abordar luego el nombramiento de un nuevo presidente para la Comisión Europea.Con cuentagotas y tras enormes peleas, la presidencia alemana ha ido repartiendo ases casi a todo el mundo, haciendo concesiones sobre sus propias posturas para intentar salvar su principal reivindicación. A saber, "el reparto justo de la carga", que se traduciría en un mecanismo corrector de las contribuciones de los países ricos y contribuyentes netos, de manera que cuando lleguen a determinado tope, provoque una devolución automática, a la manera del cheque británico que consiguió Margaret Thatcher en 1984.

Schröder debería encontrarse en este punto con la radical oposición de al menos Francia y España, pues Grecia y Portugal han dado marcha atrás. Lo aseguró en la cumbre de hace un mes el primer ministro francés, Lionel Jospin, quien tildó ese mecanismo de "anticomunitario", porque renacionaliza las finanzas de la UE. Salvo un giro de 180 grados, se opondrá también el español José María Aznar.

España sostiene que cualquier cheque viola el Tratado también porque éste consagra (lo que no ocurría en 1984) el principio de la cohesión. Sería contradictorio con éste detraer rentas de los Estados más pobres para transferirlas a los más ricos.

Traducido el cheque a números: ¿Tendría sentido que un ciudadano alemán contribuyera al presupuesto común con el 0,8% de su riqueza media, mientras que el español lo hiciese con el 1,2%? Una salida acariciada en el Gobierno para minimizar daños sería excluir a los cuatro países pobres de la parte que les correspondiera aportar para compensar la rebaja a los más ricos.

El borrador de conclusiones propuesto ayer por Schröder hace hincapié en este "mecanismo corrector" para lograr un "reparto justo de la carga". Tanto que ni siquiera menciona una alternativa sólida, que actúa por el lado de los gastos en vez de por los ingresos, a la "fórmula española" propuesta por Aznar en la anterior cumbre: sendos programas, por un importe conjunto de 3.000 millones de euros anuales (casi medio billón de pesetas), para financiar el coste de mantenimiento de los refugiados en la UE y para fomentar el desarrollo de las regiones limítrofes con el Este. De ese importe Bonn absorbería 1.355 millones (unos 255.000 millones de pesetas). Olvidarla ¿es un altanero desprecio al esfuerzo español? ¿o el resultado de haberlo presentado tarde, cuando ya la opinión alemana, macerada durante años, ruge por su cheque?

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Para ablandar a sus socios, Bonn ha limado algunas asperezas que más les enconaban. Así, el nuevo documento abandona definitivamente la propuesta de "cofinanciación" de los gastos agrícolas (que cada Gobierno pague un porcentaje, en vez de que corran íntegramente a cuenta del presupuesto común), algo a lo que se oponía ferozmente Francia, flanqueada por España. Consagra el ya anunciado mantenimiento del Fondo de Cohesión, para agradar a España, Grecia, Portugal e Irlanda, aunque con algún endurecimiento en sus condiciones y sin concretar su dotación, para mantener la capacidad de regateo.

Guiño a Holanda

También perfila la continuidad del cheque británico, si bien pidiendo a Londres que contribuya al menos con el 19% que le correspondería abonar del mismo. Y lanza un guiño a Holanda, prometiendo que aumentará el nivel de gastos administrativos que se le reconoce por actuar de aduanero general en el puerto de Rotterdam. Todas estas zalamerías, sin embargo, no alcanzan a suturar las dos grandes fracturas generales aún existentes. Una es cómo se cuadra la reforma de la Política Agrícola Común propugnada por los ministros del ramo con el tope de 40.500 millones de euros anuales. La otra, la dotación (y criterios de reparto) de los fondos estructurales, donde la horquilla es muy amplia (entre 198.000 y 216.000 millones de euros) y donde España no acepta menos de 220.000 millones para los Quince.

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