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Entrevista:

"Vamos a un choque violento e inevitable"

Benny Beguin, de 55 años, es la gran esperanza del nacionalismo radical israelí. Este biólogo, ex príncipe del Likud, ex ministro dimitido del Gobierno de Benjamín Netanyahu, acaba de convertir a su nuevo partido, Herut, en una plataforma en la que coinciden los sectores más extremistas del país, Tekuma (ultraortodoxo) y Moledet entre otros, a los que se han sumado también los colonos de los asentamientos. En suma, la extrema derecha israelí. Su programa para las próximas elecciones legislativas del 17 de mayo es claro; no ceder ni un palmo más de territorio a los árabes y acabar con los acuerdos de Oslo. Su padre, el ex primer ministro Menájem Beguin, fue uno de los pioneros en el proceso de paz, por lo que recibió en 1979 el Nobel junto con el presidente egipcio Anuar el Sadat.Pregunta.¿Dónde está usted?

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Respuesta. No me preocupa saber quién soy ni dónde estoy. Lo único que sé es que tengo que trabajar, y de la mejor manera posible, para construir un Estado de Israel judío y próspero. Tenemos la responsabilidad del único Estado judío en el mundo. La tierra de Israel corresponde por derecho al pueblo judío, y este derecho no puede ser separado de nuestro derecho a la seguridad nacional. Derecho a la tierra y seguridad son dos conceptos que han permanecido unidos hasta 1993. A partir de este año vino la gente que creó el proceso de Oslo, separando el derecho a la tierra de nuestro derecho a la seguridad. Rompieron aquella alianza utilizando para ello el lema "territorios por paz". Han cedido territorios y no se ha obtenido seguridad. Todo lo contrario. En los últimos cinco años hemos tenido un terrorismo salvaje. Estos acuerdos son como un túnel.

P. ¿Fue por estos acuerdos que dejó hace dos años el Gobierno de Benjamín Netanyahu?

R. Sí. Dejé el Gobierno en enero de 1997 porque el Ejecutivo decidió ceder la mayor parte de la ciudad santa de Hebrón a la alianza OLP-Hamás. Insistí entonces en que el acuerdo de Hebrón no traería ni paz ni seguridad. Tuve razón. No hay paz ni seguridad. Arafat nunca cumplió los acuerdos. Era previsible.

P. Después votó contra Netanyahu en el Parlamento, ayudando a hacer caer su Gobierno.

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R. Exacto. Sobre todo después de que él traicionara la buena voluntad y la confianza que le había dado mucha gente.

P. ¿Tampoco le merece gran confianza Arafat?

R. Arafat ha llegado a un acuerdo estratégico y a largo plazo con Hamás. Arafat ha otorgado a Hamás licencia para matar a israelíes con la única condición de que no ponga en evidencia a la [Organización para la Liberación de Palestina] OLP. Es una tragedia, y nosotros estamos sometidos a esta tragedia. Trato de advertir a los votantes de que vamos a un choque violento e inevitable.

P. ¿Está hablando de guerra?

R. Bueno, cuando se dice guerra... es una cuestión de definición. Quiero decir que habrá ataques terroristas contra la población civil.

P. ¿Qué diferencia hay entre el terrorismo palestino y el judío?

R. La diferencia es clara. Hay gente demente y cruel en todas las sociedades. No se puede evitar y es difícil impedirlo. La diferencia es que Arafat promueve el terrorismo a través de Hamás, coopera con él y se niega a desarmarlo. Hamás tiene licencia para matar. Se le ha otorgado un organismo gobernante y una población. Ésta es la diferencia.

P. ¿En cualquier caso, no más tierra a los palestinos?

R. Exactamente: no más tierra o territorios a extranjeros. Esto se puede explicar con dos argumentos. Uno: ésta es nuestra tierra. Dos: como nadie en este país puede llegar a un acuerdo con la OLP y nos encaminamos inevitablemente a una colisión, violenta e inminente, lo lógico es que mantengamos bajo nuestro control el máximo territorio posible.

P. ¿Netanyahu ya no es fiable?

R. Ha cambiado completamente los compromisos que hizo a la opinión pública hace dos años y medio. Actúa por presiones de los sondeos. Durante tres meses consideran a Arafat un terrorista, pero después cenan, se dan la mano y dicen que éste ahora sí va a luchar contra el terrorismo. Así siempre. La gente no sabe dónde está. Y quién es de verdad Arafat.

P. ¿No hay esperanza?

R. Alguien me ha acusado de ser el sumo sacerdote de la desesperanza. Estoy muy orgulloso de quitarles las falsas esperanzas.

P. ¿Pero qué hacer con los árabes, qué tipo de relación hay que establecer con ellos?

R. Hay que hacer distinciones. Hay dos millones de árabes en Judea y Samaria y Gaza. Ellos son los habitantes árabes de estas zonas. Ellos son nuestros prójimos, nuestros vecinos. Siempre lo serán. Estamos interesados por su bienestar tanto por razones humanitarias, como también por nuestro propio interés. Pero hay una diferencia importante entre este pueblo árabe y sus líderes. Ellos son otra cosa. Ellos sí son una amenaza muy seria para Israel. Por ello es por lo que no deben ni pueden tener un Estado independiente. Un Estado independiente no será una solución. Sólo será una nueva fase del problema.

P. ¿Hay alguna luz al final del túnel?

R. Si los acuerdos de Oslo son un túnel, no hay ni puede haber una luz al final de este túnel. Hemos perdido una gran parte de nuestra capacidad de maniobra. Se nos empuja a seguir avanzando a través del túnel. El proceso se agota en sí mismo. Es un proceso suicida. No hay ninguna luz. Es un túnel muy oscuro y doloroso.

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