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CERCO AL PRESIDENTE DE ESTADOS UNIDOS

El presidente asegura que no dimitirá

Bill Clinton propone al Senado encontrar un castigo "justo y constitucional" a sus "errores"

No dimitirá. El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, que no siguió por televisión la votación del Congreso, sino que pasó ese tiempo rezando en la Casa Blanca con su consejero espiritual, el reverendo Tony Campolo, dejó ayer claro que no tiene la menor intención de arrojar la toalla. En una comparecencia en los jardines de la Casa Blanca, después de haber sido procesado por perjurio y obstrucción a la justicia, Clinton dijo: "Continuaré haciendo el trabajo que me ha encargado el pueblo norteamericano hasta la última hora del último día de mi mandato".

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El desarrollo del proceso en el Senado llevaría varios meses

Clinton propuso al Senado encontrar conjuntamente "una respuesta razonable, bipartidista y proporcional" a los "errores" que, según volvió a aceptar, ha cometido en el caso Lewinsky. Cogido de la mano de su esposa Hillary y flanqueado por el vicepresidente Al Gore; el líder de la minoría demócrata en la Cámara,Richard Gephardt, y por un numeroso grupo de correligionarios, Clinton afirmó: "He aceptado responsabilidades por los errores que he cometido. Le propuse a la Cámara una respuesta razonable, bipartidista y proporcional, pero la Cámara lo ha rechazado hoy. Ahora invito al Senado a encontrar una salida justa y constitucional".Tras ser derrotada en la votación de la Cámara de Representantes, la minoría demócrata se trasladó de inmediato a la Casa Blanca, para expresarle al presidente su apoyo e insistirle en que debe aguantar las feroces presiones para que dimita que se la van a venir encima en los próximosdías. Gephardt calificó de "partidista" y "una desgracia" para EE UU y su Constitución la votación que se acababa de producir. "Es el día más triste que jamás he vivido en Washington", dijo Gore, que hizo todo un repaso de los éxitos de la presidencia de Clinton. "EE UU", añadió, "no necesita dimisiones, sino cerrar heridas".

Entretanto, Henry Hyde, en nombre de la Cámara, entregaba en el Senado dos carpetas con tapas azules con los artículos de impeachment por perjurio y obstrucción a la justicia. Hacía 130 años que no ocurría algo semejante.

Las próximas semanas serán decisivas para el futuro de Clinton. Las encuestas difundidas antes de la votación reflejaban que, aunque la mayoría de los norteamericanos seguía valorando su trabajo político que no su persona y se oponía al impeachment, comenzaba a abrirse camino la idea de que Clinton debe hacer el gesto "heroico" que le reclama Hyde y que ayer adoptó Bob Livingston: dimitir. Según el Washington Post, el 58% afirmaba a mediados de esta semana que Clinton debería salir voluntariamente de la Casa Blanca en caso de ser procesado, para ahorrarle al país los meses de incertidumbre del juicio en el Senado, que pueden dañar el liderazgo norteamericano en el mundo e incluso su buena salud económica. Ese porcentaje era del 40% para The New York Times.

Debilidad

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De la misma idea son también algunos, muy pocos todavía, de sus correligionarios demócratas. Como el congresista Paul McHale, que ayer votó a favor del impeachment, o la congresista Louise Slaugter, que votó en contra. "El presidente", según Slaugter, "debería dimitir en este momento del proceso por su debilidad para tratar con otras naciones". Pero Clinton, que denunció "la política de destrucción personal que se ha adueñado de Washington", tenía ayer en mente otros planes. Su objetivo es impedir que el Senado celebre el juicio para la destitución que ayer fue aprobado por la Cámara. El Senado, que debe comenzar sus trabajos a comienzos de enero, cuando comience la próxima legislatura, podría, según el deseo de Clinton, aceptar el castigo de compromiso que ayer rechazó la Cámara: una confesión pública del presidente a cambio de una declaración de censura y quizá una fuerte multa en metálico. Esa multa estaría destinada a pagar los gastos para el contribuyente norteamericano del caso Lewinsky. Los colaboradores de Clinton en la Casa Blanca se consolaban con la idea de que es muy difícil que su destitución obtenga en el Senado la necesaria mayoría de dos tercios que establece la Constitución. Y soñaban con llegar, antes del juicio, a un acuerdo con el Senado. Pero, aunque termine atrancas y barrancas su mandato, "Clinton sabe que ha perdido", según su mejor biógrafo David Maraniss. "El gran legado de la presidencia de este hombre que devora libros de historia", dijo Maraniss, "será el único impeachment del siglo XX, y por una aventura sexual. Debe estar destrozado, aunque intente no aparentarlo".

"Tengo enormes dudas sobre Bill Clinton", confesó a la BBC Mike McCurry, que fue su portavoz durante tres años y hasta el pasado octubre. "Su comportamiento es increíblemente extraño". Habiendo perdido la batalla de la historia, Clinton acabará o no su mandato según gane uno u otro de los dos elementos dominantes de su personalidad: la voluntad de resucitar o la propensión a meterse en líos, como el caso Lewinsky, que le destruyen.

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