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Un "marqués" en la Expo

En octubre de 1993 se fraguó la última estafa que el fiscal imputa a Quintía y a sus compinches. Esta vez adoptó el nombre de José Manuel Losada y los títulos de capitán de navío, coronel del Cesid y asesor del ministro de Defensa. A través de la sastrería que le confeccionaba sus relumbrantes uniformes consiguió una entrevista con el propietario de una de las más importantes ópticas de España. Y le hizo una propuesta tentadora. Defensa buscaba gafas de sol Ray-Ban y estaba dispuesta a comprarlas a 5.600 pesetas el par. Él podía conseguirlas a 3.100 pesetas de las fuerzas estadounidenses asentadas en Torrejón y Rota. Sólo se necesitaba un intermediario para completar la transacción."Sentadas las bases del engaño", recuerda el fiscal, "el falso militar comenzó de nuevo con la segunda parte de la trama, consistente en plasmar documentalmente el proceso administrativo que había de conducir al feliz resultado de su puesta en escena". Tras un intenso papeleo, el impostor entregó un documento, falsamente firmado por un general de división, por el que se contrataba a la óptica para el suministro de 400.000 gafas por el sistema de adjudicación directa a cargo de fondos reservados. La óptica, siempre según el fiscal, pagó a Quintía 88 millones de pesetas para que empezase la compra de las gafas. Fue su último golpe. Poco después, a raíz de la denuncia presentada por otra de sus víctimas (caso Villavilla), un juez dictó orden de captura contra él y otro compinche. La policía tardó casi dos años en localizarle y detenerle. Entretanto, Quintía, huido en Lisboa, consiguió, bajo el señuelo de una compra de material para la Expo, estafar tres millones de escudos a un portugués. Para ello se hizo presentar como el capitán de navío José Manuel Argiz de España, marqués de Villarias, caballero de la Orden de Yuste, interventor, contratista y asesor jurídico de la delegación española en la Expo.

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La hora del 'capitán Timo'
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