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Un acusador incómodo

Emilio Valerio es un fiscal incómodo para los poderes públicos y los promotores privados. No se amedrenta a la hora de abrir diligencias contra ayuntamientos de cualquier tamaño e ideología, empresarios y gobernantes, ya sean regionales o de la Administración central. En 1985, el entonces ministro del Interior, José Barrionuevo, pidió su destitución a causa de las investigaciones que realizaba sobre el asesinato del dirigente de HB Santiago Brouard, cuando Valerio era fiscal en la Audiencia de Bilbao. Trasladado a Madrid, tras ser sancionado por una falta leve, se encargó de las investigaciones por la desaparición de Santiago Corella, El Nani. También actuó en un caso de corrupción policial, del cuál fue relevado por haber actuado al margen de un superior. En el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, y a cargo de la sección de Medio Ambiente, ha investigado la destrucción de los restos arqueológicos de la plaza de Oriente, la apertura del macrovertedero ilegal de Las Cárcavas, la puesta en marcha de la incineradora de Valdemingómez, la trama de corrupción de las gasolineras y las obras de demolición del albergue de montaña de Guarramillas. Y abrió diligencias contra ayuntamientos que supuestamente atentaron contra el Patrimonio y el Medio Ambiente: Miraflores, Loeches, Alpedrete...

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