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TOUR 98

Ullrich cede el liderato a Desbiens

Ningún español en una escapada consentida que cambia la cabeza del Tour

Luis Gómez

Victoria francesa y líder francés. Los españoles hicieron mutis. Jornada completa para el aficionado local en la tarde del domingo. Ullrich no parece ser de los que imponen severas restricciones sobre el pelotón. La táctica recuerda a la de Induráin, el hombre del golpe certero y la economía de esfuerzos. Quienes esperaban que el Telekom tomara el mando de las operaciones en pose dictatorial se han vuelto a equivocar: los chicos alemanes están preparados para la estricta defensa de su líder y actuarán cuando la situación lo demande. Durante una semana, el Telekom había dejado aislado a su sprinter (Zabel), señal inequívoca de que sólo buscan la victoria final.Bien pronto, el pelotón se dio perfecta cuenta de que el Telekom dejaba libertad de movimientos. Se produjeron los saltos de rigor, el nerviosismo de costumbre, y el asunto fructificó con una escapada de siete corredores, tres franceses (Durand, Desbiens y Gaumont), tres italianos (Tafi, Sacchi y Mazzoleni) y un finlandés (Laukka). Se echó en falta la presencia de un español, sana costumbre en algunas otras épocas. Pero los españoles no estuvieron vivos, no se sabe muy bien por qué. Cierto es que algunos deben respetar la disciplina de equipo (los del ONCE-Deustche Bank, empeñados en la defensa numantina de las aspiraciones de Jalabert). Cierto es que otros andan todavía reconsiderando la cuestión (los Banesto están entre si proteger a Olano o buscar alternativas). Menos comprensible es que no lo consigan los del Kelme y el Vitalicio, cuyo objetivo es ganar alguna etapa. Lo intentaron Vidal (Kelme) y Prudencio Induráin (Vitalicio), pero causaron baja por falta de fondo o de fortuna.

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Formada la escapada buena, el pelotón descansó y los fugados comenzaron una larga trayectoria que dio con ellos en la meta con una diferencia próxima a los ocho minutos. La certeza de que Ullrich perdía el maillot amarillo no provocó el más mínimo movimiento de cejas en el cuartel general del Telekom. No muy lejos de la meta, fue cuando se puso en cabeza acompañado por el ONCE. La maniobra tenía mucho más que ver con el protocolo que con la estrategia.

Laurent Desbiens, 28 años, ganador de una etapa del Tour hace un año, se convertía en el nuevo líder de la carrera, una experiencia que le durará un tiempo prudencial, efímero tal vez. No importa: ser maillot amarillo del Tour al menos una vez en la vida es una distinción con la que sueñan muchos ciclistas. No así los españoles, que nunca lo intentan salvo cuando el asunto se eleva a mayores. Es curioso, el ciclismo español suma ocho Tours de Francia entre cuatro corredores, pero sólo otros tres fueron maillot amarillo al menos un día (Poblet, Errandonea y San Miguel). No parece ser ésta una aventura que les motive. Mal hecho: el riesgo, la utopía, es una de las esencias de la épica del ciclismo. Y nuestros ciclistas de ahora empiezan a mostrar poco sentido de la épica. Demasiado pulsómetro y demasiada disciplina: en el pelotón se va más cómodo de 12 de la mañana a cinco de la tarde. Es como fichar y esperar a fin de mes para cobrar.

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