El TDK conquista la Liga ACB
TDK MANRESA 77TAU VITORIA 75
TDK Manresa : Creus (17), Jones (8), Capdevilla (14), Sallier (11), Alston (14), Vázquez (4), Lázaro (5), González (2) y Singla (2). 19 canastas de 40 intentos. 7 de 11 triples. 26 rebotes. 19 faltas personales. Eliminado Alston.
Tau Vitoria: Bennet (9), Espil (14), Beric (26), Burke (2), Scott (15), Angulo (2), Garbajosa (2), Millera (3), Abad (2).
19 canastas de 36 intentos. 7 de 13 triples. 25 rebotes. 21 faltas personales. Ningún eliminado.
Árbitros: Betancor, Llamazares y García Ortiz.
5.000 espectadores en el Nou Congost de Manresa.
El TDK Manresa se proclamó campeón de la Liga ACB por un total de tres victorias a una. El TDK no ha dispuesto de ventaja de campo en toda la fase final.
En un último minuto que duro toda una vida, el TDK tocó el cielo y se convirtió en el cuarto equipo que logra el campeonato en la historia del baloncesto español. Triunfo total, rotundo de un conjunto modesto en presupuesto, inteligente en planteamientos y paciente para mantener una filosofia. Con nueve jugadores catalanes y tres nortemericanos sin excesivo renombre, Luis Casimiro ha logrado ensamblar un colectivo campeón. Lógicamente para su inesperado éxito han tenido que contribuir factores ajenos como el fracaso rotundo y sin paliativos de Real Madrid y Barcelona. Pero hay cosas que no las puede comprar el dinero, como la modestia, la concentración, el sentido colectivo y una afición plenamente identificada con su equipo.
El partido se resolvió en sesenta segundos disputados al más puro estilo NBA. El machaque con el que Alston enloqueció al público pareció dar carpetazo a la serie. Quedaba un minuto y el Tau estaba roto (74-67). Pero en una acción desesperada, Espil mete un triple rodeado de adversarios. Saca de fondo el TDK y el balón vuela hacia Jones, que no se percata que al coger el balon comete campo atrás. Ataca el Tau y Benett clava otro triple. Con 27 segundos por jugar el partido resucitaba de sus cenizas (74-73). Entonces, como ocurrió en el tercer partido, el Tau se equivocó. Creus, el hombre que nunca debía recibir el balón, lo hizo en dos ocasiones que se saldaron con dos faltas, suficientes para meter los tres últimos puntos de la final desde la línea. Colofón más coherente, imposible.
Aunque el Tau volvió a lograr el dominio de las operaciones durante todo el primer tiempo, el camino no fue el mismo. La explosión del tercer partido que le llevó hasta los 17 puntos de diferencia para poco a poco ir perdiéndolos se transformó en un lento pero seguro proceso de distanciamiento. Scariolo no dejó que una vez en ventaja, sus jugadores intentasen gestionarla. Para ello sacó a Millera, hombre poco especulativo, y estableció constantes cambios de defensa que terminaron por obnubilar al TDK (24-34, minuto 18). Alston y Sallier no tenían sitio para jugar, y los tiradores manresanos no aparecían. El Tau vivía otra vez de Beric y su tiro exterior, pues en posiciones cercanas al aro Alston y sus tapones sembraban el terror.
El Tau se trabó en la segunda parte. En la batalla entre el miedo a perder de unos y el vértigo que produce ver una Liga tan cerca para los otros, salió airoso el TDK. Siempre encontró una mano que le ayudase a pasar el trago. Primero fue Capdevilla con tres triples, luego fue Jones, con otro al borde de la posesión. Al final, quién si no, Creus.
El Tau no ha rendido conforme a lo visto durante todo el año. En la serie final han sido incapaces de mantener ese tono uniforme, esa finura en sus lanzadores. Benett ha bajado mucho, lo que ha provocado la pérdida de eficacia de una de las mejores bazas ofensivas del equipo, y Espil no ha encontrado su sitio, aunque al final ha dado la cara. Sin lo mejor de estos dos jugadores, al Tau no le han salido las cuentas. Al final, el relevo ha sido mayor del previsto. El nuevo campeón no entraba en las apuestas, pero eso no tiene nada que ver con la realidad. Han sido los mejores y lo han demostrado sobradamente. En un sistema de playoffs, la justicia está asegurada.
Aunque suene raro oírlo, el mejor, el campeón, es el TDK Manresa, que se convierte en el primer campeón que rompe la tradición -la ACB, se la han repartido entre tres equipos, el Real Madrid, el Barcelona y el Joventut-. Y todo ello sin alardes, con uno de los presupuestos más modestos. Y con un hombre ejemplar en todos los sentidos: Creus.
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