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Un pinchazo altera la jerarquía

El pretérito del condicional no sirve para conjugar el ciclismo, pero Laurent Jalabert, que nunca imaginó que un miserable pinchazo pudiera perjudicarle tanto, siempre repasará con un si... su actuación en el primer sector de la etapa de ayer. Por la mañana, la generosidad del francés mantuvo ordenada una carrera que pudo reventar en las rampas de Azurki. La confianza en sus capacidades contra el reloj, la posibilidad de facilitar una victoria de sus compañeros Zarrabeitia y Etxeberria, le clavaron a rueda de los primeros, sin acelerarse cuando Olano perdió pie tras un acelerón de Bölts. Jalabert no tuvo más remedio que imponerse por velocidad en la jornada matutina: en el reducido sprint de los mejores apenas encontró objeciones del lado de Riis o Teteriouk, segundo y tercero, respectivamente. Nunca será un resultado frustrante, pero el ganador buscaba el triunfo de Zarrabeitia. La fuerza anima la estrategia, multiplica las posibilidades en carrera, y, bien orientada, convierte el ciclismo en algo diferente a una dictadura de músculos en forma. El ONCE-Deutsche Bank divierte porque arriesga, porque desde la fuerza es capaz de tejer desenlaces aparentemente ilógicos aunque a menudo justos. Sólo son vulnarables ante fuerzas mayores o, como ayer, ante caprichos de la fortuna. Dimiten los aspirantes Ninguno de los que debía molestar al francés de Mazamet en el primer sector se sintió en condiciones de hacerlo. Los que dimitieron cogidos de la mano se ganaron el derecho de asistir a los movimientos del ONCE camino de Abadiño. Los banesto Peña, Garmendia, Ginés y Olano, que se turnaron para contrarrestar las andanadas de Zarrabeitia y Etxebarria, enloquecieron con un amago de salto de Jalabert a 25 kilómetros de meta. Del susto no se repusieron hasta que Zarrabeitia, aprovechando que todos los focos alumbraban a su líder, se situó lejos de su alcance, con la idea de coronar Karabieta en solitario e imponerse en su casa,Abadiño. El vizcaíno descolgó a Totschnig y Meier -los únicos del grupo de cabeza (compuesto por unas 30 unidades) que lograron sujetar su rueda al pie de la ascensión final-, se vio superado por el colombiano Castelblanco (el vencedor de la Vuelta a Colombia perdió en el descenso de Azurki los segundos ganados cuesta arriba) y acabó por reintegrar un pelotón arrastrado por Peña (Banesto). Al respecto, Manolo Sáiz señalaría, entre admirado y crítico, que es "difícil que un corredor que lleva trabajando sin parar desde la primera etapa pueda, además, ganar a los que siempre van a rueda". Por la tarde, al líder le tocaba confirmar sus incontestables progresos contra el reloj: sin victorias en esta disciplina desde que saltó al profesionalismo en 1989, Jalabert asesinó su mayor carencia en el prólogo de la París-Niza de 1997. Desde entonces, y con "muchísimas horas de trabajo acumulado, porque las cosas no salen de la nada" -Jalabert dixit- el campeón del mundo de la especialidad ha conseguido ser temible también en el esfuerzo solitario. Otra cualidad que sumar a todas las facetas que hacen de él un corredor atípico en estos tiempos de especialización exacerbada. A mitad de la prueba, empataba con Olano, su rival más directo. Con un segundo a favor del guipuzcoano, el resultado se preveía más que apretado. Olano había anunciado que se haría violencia en los 15 kilómetros prácticamente llanos dispuestos para la contrarreloj entre Elorrio y Abadiño. Cumplió con exactitud, ganó y se vistió de azul (el color que distingue al líder). Pero el resultado está adulterado aunque las clasificaciones reflejen una brecha de 26 segundos en perjuicio de Jalabert. Este margen de tiempo es el invertido en la operación de cambio de bicicleta, la pérdida de ritmo y motivación provocada por un pinchazo (una constante en las desgracias que rondan habitualmente al ONCE-Deutsche Bank) del pupilo de Sáiz a cinco kilómetros del final. Final espectacular La carrera queda ahora a expensas de la actuación de los dos últimos líderes de la prueba y de sus respectivas formaciones. Apenas cuentan ya Santi Blanco (incapaz de atacar en la montaña, firmó una crono horrible y cedió 1m 41s), Fernando Escartín (ídem, con algún segundo menos perdido),Udo Bölts (voluntarioso en Azurki, fláccido contra el reloj) y en el juego de las estrategias ganan enteros Garmendia y Zarrabeitia, a 25 y 27 segundos, respectivamente de Olano. Con la ONCE-Deutsche Bank obligada a sacudir la última etapa, la Bicicleta Vasca se asegura una jornada espectacular. En 106 kilómetros de subidas nerviosas (jalonan el recorrido tres puertos de tercera, uno de segunda y dos de primera, Ixua y final en Arrate) se examinará no sólo la capacidad de respuesta de Banesto, también los progresos de un Olano obsesionado con repeler sus limitaciones en los esfuerzos repetidos en montaña. La situación resulta ahora paradójica: los que se conformaban con perfilar su forma se encuentran asomados a la victoria, los que necesitaban ganar se encuentran sin opciones y, por último, aquellos que debían ganar (por superioridad) deberán avasallar precipitadamente por no avasallar anticipadamente.

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