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Reportaje:

Usos y fanfarrones

La gran promesa del Viagra es su discreción y facilidad de uso. Los médicos recomiendan tomar la píldora una hora antes de la relación sexual, lo que puede conducir a un despilfarro entre aquellos usuarios demasiado optimistas, pero, por lo demás, no debería interferir demasiado en el curso normal del coito.Una ventaja todavía mayor, o al menos más natural: el Viagra simplemente abre el camino a la posibilidad de la excitación, a diferencia de los medicamentos inyectables, que cuando son eficaces producen la erección independientemente del contexto (es famosa la demostración de Giles Brindley, un eminente investigador británico en el campo de la impotencia que, en una ocasión, probó el éxito de un tratamiento experimental bajándose los pantalones delante de centenares de atónitos colegas en una conferencia).

Más información
¿Eres tú o es el Viagra?

Las erecciones todavía han de conseguirse a la manera clásica, ya sea a través del deseo, la atracción, la estimulación física, la emoción culpable de una aventura ilícita, la página 27 de El Padrino, o lo que al usuario le motive.

Aprendizaje

La psiquiatra de la clínica Loyola Renshaw propone el instructivo ejemplo de una pareja que fue a consultarla al día siguiente de que el hombre tomara Viagra por primera vez: «Se fueron a la cama a esperar que sucediera algo y se quedaron dormidos. Olvidaron el juego amoroso previo. Esperaban una erección instantánea». La noche siguiente, después de que Renshaw les recordara delicadamente la importancia de la estimulación, realizaron el acto sexual después de tres años de abstinencia.Durante las pruebas clínicas del medicamento, que como norma tienden a ofrecer resultados más prometedores que en la vida real, Pfizer informó de una tasa de éxito del 60% al 80%, dependiendo de la dosis (comparada con la del 24% obtenida al utilizar diversos placebos)

La evidencia anecdótica resulta aún más llamativa, incluso asumiendo el hecho de que siempre existe cierta dosis de fanfarroneo. Earl Macklin, un guarda de seguridad de Chicago de 59 años de edad, padeció impotencia de modo intermitente durante 10 años como resultado de una diabetes. Las dos primeras veces que probó el Viagra, los resultados fueron mínimos; a la tercera ya fue capaz de tener relaciones sexuales con su novia por primera vez en los cuatro meses que duraba su relación.

«Lo he estado usando a diario desde entonces», dice (cuatro días después) con una risita cómplice. «Me hace sentir como si estuviera de nuevo en la treintena». La aseguradora médica le notificó que no le iba a reembolsar el gasto, así que, según él, «me limito a 20 píldoras al mes».

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