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EL NACIMIENTO DEL EURO

La cumbre del euro alcanzó todos sus objetivos, opina la Comisión Europea

Xavier Vidal-Folch

, La Comisión Europea se manifestó satisfecha porque la cumbre del euro haya cubierto los objetivos que se había fijado: el respeto del Tratado, el mantenimiento del consenso y la toma de decisiones sobre el Banco Central Europeo (BCE) durante el fin de semana, sin prórrogas. Pero un tono melancólico subrayó esa valoración, por la conciencia de que los Quince perdieron la ocasión de celebrar solemnemente la creación de la moneda única.

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El ejecutivo comunitario deseaba que la cumbre cumpliese tres objetivos, y los tres «se han cubierto», manifestó ayer el portavoz del comisario de Asuntos Monetarios, Yves-Thibault de Silguy. A saber. Uno, el respeto del Tratado: «El nombramiento de Wim Duisenberg como presidente del BCE por ocho años está en línea con lo que éste dispone». Dos, que la decisión fuese «completamente unánime para subrayar la credibilidad de la unión monetaria». Y tres, que fuese adoptada «el pasado fin de semana», sin más prórrogas.El elemento de discusión ante la prensa europea fue si la renuncia del holandés a mitad de su mandato violaba o no el espíritu del Tratado de la Unión. «Es conforme al Tratado», respondió escuetamente el portavoz, refiriéndose más a la letra, que impone un mandato único para la presidencia e impide su reparto oficial, que al espíritu.

En apoyo de su tesis, recordó que el anterior presidente del Instituto Monetario Europeo (el antepasado del BCE), Alexandre de Lamfalussy, también anunció que no cumpliría la integridad de su segundo mandato, y nadie puso entonces en cuestión la legalidad de su nombramiento.

Pacto de caballeros

También destacó que el acuerdo para sustituir en su momento a Duisenberg por «un francés» es sólo un pacto de caballeros, no incluido en las recomendaciones finales de la cumbre, y por tanto inatacable jurídicamente. Por ello, «en su momento», los Quince deberán proceder a una elección formal del sucesor. Pero si los resultados de la cumbre han sido los esperados, la manera de alcanzarlos, con retrasos y tensiones, han dejado en Bruselas el mismo mal sabor de boca que en otras capitales. No hubo, como es tradicional, ninguna declaración del presidente de la Comisión, Jacques Santer, celebrando los resultados de la cumbre. Su segundo portavoz tuvo que recordar que «pese a las largas horas de discusión, no debemos olvidar que se ha adoptado la decisión de crear el euro con once países».Tampoco hubo, contra lo que es habitual, una sola felicitación a la presidencia -británica en este caso- por su manejo de la reunión. Al contrario, a la irónica pregunta de si Santer había elogiado a Tony Blair por su «brillante gestión» del fin de semana, el portavoz no pudo reprimirse. «No en mi presencia», contestó, entre una general carcajada.

La versión recogida por el Financial Times de fuentes gubernamentales británicas según la cual Blair había sido desbordado por el canciller alemán Helmut Kohl y por el presidente francés, Jacques Chirac, e inducido a engaño por haberse creído que el pacto francoalemán estaba ya previamente ultimado en todos sus mínimos detalles, no logró confundir a nadie.

Todos los observadores prestaron más atención a los gestos de menosprecio que el primer ministro belga, Jean-Luc Dehaene, dedicó por televisión a su colega británico. O a las declaraciones del próximo presidente semestral, el canciller austriaco, Viktor Klima: «Hemos aprendido para nuestra presidencia cómo no debe organizarse una cumbre». O a la seca frase del luxemburgués Jean-Claude Juncker: «La reunión no fue preparada (por la presidencia) con el debido detenimiento».

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