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La bronca por el partido Juventus-Inter llega al Parlamento italiano

El caso había merecido la atención del Gobierno, de empresarios como el presidente de la Pirelli, y hasta de la Radio Vaticana. Ayer, llegó al Parlamento donde dos diputados estuvieron a punto de llegar a las manos por su culpa. El caso, estos días, en Italia, es el dudoso comportamiento arbitral que permitió al Juventus alzarse con un triunfo decisivo frente al Inter en el estadio Delle Alpi. La ceguera del colegiado Piero Ceccarini, que no pitó un penalti a Ronaldo ha destapado la caja de los truenos en un país donde el fútbol es una especie de religión neopagana.

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Cámaras o sensores

Las acusaciones de favoritismo y de corrupción arbitral no han dejado de escucharse desde el domingo en prensa, radio y televisión. Urgido por las dimensiones del escándalo, el viceprimer ministro Walter Veltroni convocó ayer al presidente de la Federación de Fútbol, Luciano Nizzola, para estudiar la situación. Nizzola se ha comprometido a cambiar en un mes el sistema de arbitraje. La atención de los italianos está obsesivamente fija en el resultado del Juventus-Inter del pasado domingo, que finalizó con el triunfo del primero tras un penalti no pitado al Inter, y en las posteriores sanciones a tres jugadores y al entrenador del equipo. El martes, « Tutti ne parlano» («Todos hablan de ello») un programa nuevo de la cadena privada Canal 5 registró un máximo de audiencia -más del 31%- con un debate sobre el encuentro. Y en la Cámara baja se registró ayer un conato de pelea cuando al hilo de la propuesta de un diputado de la Liga Norte -partido secesionista del Norte de Italia- reclamando que se repita el encuentro con árbitros extranjeros, el diputado de Alianza Nacional, Domenico Gramazio, insultó a gritos a los colegiados acusándoles de estar «pagados por la Fiat». Las palabras de Gramazio provocaron la indignación de un parlamentario de Izquierda Democrática, Massimo Mauro, antiguo jugador del Juventus que le gritó «bufón». Ujieres y señorías debieron emplearse a fondo para contener la furia de Gramazio que ha sido suspendido de su condición de diputado por dos semanas. Para los seguidores del Inter, más dura que la dudosa derrota ante el Juventus, han sido las medidas disciplinarias adoptadas contra el equipo por el juez deportivo, Maurizio Laudi, para más inri natural de Turín. El juez ha sancionado con tres partidos al entrenador del club Gigi Simoni, y al jugador brasileño Zé Elías, ya expulsado del encuentro. Según la sentencia, el brasileño antes de abandonar el campo «se revolvió al árbitro y pronunció una palabra gravemente injuriosa contra él». Y no sólo eso, Laudi se ha atrevido a suspender dos partidos a la estrella suprema del fútbol internacional, Ronaldo, y a su compañero de equipo, el chileno Iván Zamorano. Era lo que le faltaba al presidente del Inter, Massimo Moratti, que en una entrevista publicada ayer por el diario Corriere della Sera, se declaraba arrepentido de «haber traído a Italia a Ronaldo, para que le insulten al pobre chico». Según el entrenador Simoni, las palabras atribuidas a la estrella en el fatídico partido - «Árbitros sois todos unos vendidos»- no son las que verdaderamente pronunció. «Ronaldo se limitó a exclamar «sois todos iguales».

Interpretar el papel de víctima tiene sus ventajas, y el Inter no ha hecho más que recoger apoyos más o menos explícitos desde el desastre del domingo. Para empezar, el error de Piero Ceccarini les resulta del todo intolerable al 66% de los italianos, según una encuesta de urgencia. La falta grave de Mark Iuliano sobre Ronaldo en el área la «habría visto hasta un ciego», como ha declarado el cardenal Fiorenzo Angelini a Radio Vaticana. Y si no ha sido error, se quejan los tiffosi del Inter, es que ha sido favoritismo descarado hacia el Juventus, el equipo de la Fiat, de la familia Agnelli.

También hay familias poderosas detrás del Inter, para empezar, los Moratti, y una empresa importante, la Pirelli, que además de ser patrocinadora, es propietaria desde julio de 1996 del 13,9% del capital del club. Cuando Marco Tronchetti Provera, su elegante presidente reclamaba ayer «un cambio en la cúpula» de la federación, para que el «fútbol vuelva a ser un deporte serio» no lo hacía como mero aficionado del Inter.

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