El ascensor de Cuenca
Vivo en Cuenca, la recién declarada Patrimonio de la Humanidad, la tranquila ciudad que sólo aparece en periódicos y medios por sus casas colgadas y su innegable encanto de cuento de hadas. Pero lamentablemente ahora ocupa un lugar destacado en las noticias por la posibilidad de perder el estrenado título, dadas las descabelladas propuestas que el Ayuntamiento desea llevar a cabo en el casco antiguo. Debaten los políticos entre ellos, se presentan informes, la Unesco calla, pero otros hablan, y en medio de tan tremenda confusión nadie nos pregunta a nosotros, a los supuestos futuros usuarios de ese ascensor a la zona alta que tanta falta hace. Pero yo me pregunto: ¿Quién lo necesita? ¿Quién lo quiere? Desde luego, los jóvenes que utilizamos la plaza Mayor para pasar nuestros fines de semana no; los residentes han vivido siempre sin él y jamás lo han requerido; y los visitantes querrán disfrutar del paisaje por el que se ha concedido el reconocimiento. Respecto a la fuente cibernética, nadie sabe con claridad a qué se refieren y cuánto destrozo va a producir. Del aparcamiento, dejando atrás su esencialidad, está demostrada la terrible repercusión que originaría en las bases de nuestro casco histórico. No importa, pues, lo evidente, ni que los verdaderos afectados, el pueblo, no apoyen ninguna de estas decisiones tomadas exclusivamente por el Partido Popular de Cuenca, que en la actualidad gobierna. Quizá, el año que viene quieran crear un parque temático en la catedral, ¿quién sabe? Si hay fondos...- . .