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PASARELA CIBELES

Pedro del Hierro reafirma el poder de la geometría sobre los nuevos tejidos

Devota & Lomba basa su colección en las sombras y lo urbano

Todos los desfiles están hasta la bandera. Los aplausos se regalan con generosidad casi fanática y las colecciones siempre deparan alguna sorpresa de compensación. Cibeles hizo una segunda jornada intensa donde se hizo canon de los estilistas el asumir los tejidos inteligentes y la preocupación por el patronaje sofisticado. Mientras Modesto Lomba se refugiaba en un invierno umbrío, Charo Ascona abanderaba el punto, el terciopelo y la piel sintética y Esteve recreaba los estampados coloristas y la lana gruesa. Y Pedro del Hierro brilló.

La segunda entrega de la XXVIII Pasarela Cibeles se abrió por la mañana con Devota & Lomba. A la incierta somnolencia de las modelos en tan tempranas horas -al menos para sus magros más que serranos cuerpecitos- había que sumar la bruma de la colección misma, entonada en negros, grises oliva y marrones con niebla. Minifaldas, chaquetillas con estola, tornasolados y una original blusa de colas de visón fueron los más notables acentos de un tranquilo recorrido por su manera de hacer.Modesto Lomba cerró su oferta con una breve serie en negro tras las muestras de punto y la duda surgió en la terminación de los metalizados, delatando puntuales errores de factura. Con todo, había calidad e ideas muy claras sobre lo que se quiere expresar y donde se puede hablar de lenguaje hermético, y sustancial. Su oferta masculina fue consecuente con su línea, en tejidos nada rígidos buscando el confort metropolitano y donde destaca el jersey de cuello cisne, los tres botones en chaqueta y el estrechamiento de los pantalones.

Antes de comer, Ángel Schlesser empezó también en negro. Sobrio, lineal y contenido en sus márgenes formales, mostró espléndidos pantalones de raso, abrigos sutilmente trapezoidales que recordaban al sesgo a un Givenchy de antaño, y los tonos arena fusionados entre sí.

Glosa suprematista

Diferentes blancos o negros sobre sí mismos hacían glosar a Malévich en su juego más abstracto y, así, los sastres sin articular dieron paso a las chaquetas cortas de doble botonadura y a ese punto de óptima factura en verde castellano o gris marengo. Hay que citar el abrigo largo u otro 3/4 de piel artificial azul acero. Por la tarde, el segundo desfile fue protagonizado por Elio Berhanyer y por el debú en Cibeles de Gilles Ricart, con su uso de la napa asociada a veces al tratamiento sintético.Pedro del Hierro cerró una colección muy cerebral, diseñada a fondo sobre la mesa, cortada con precisión sobre terciopelo, seda o los tejidos nuevos. Dos trajes expusieron la fantasía de textura espumosa, llenos de vuelo nocturno, propios para un baile de máscaras veneciano. Los cortes angulares, la diagonal como voluntad de estilo en recogidos y aberturas dieron personalidad propia a unos trajes donde la gama terrosa se impuso entre destellos.

Del Hierro ha conseguido, tras un trabajo de años, incidir sobre su propia estética, despojada y en busca de esa geometría que hace del geómetra un verdadero artista. Para el hombre, Pedro del Hierro volcó su batería en una nueva pana rayada, la alpaca tradicional tratada como actual y otros tejidos del gris al marrón en unas prendas donde la apariencia armada sorprende con su morbidez al tacto, una manera de humanizar el vestido desde una perspectiva de contemporaneidad. Como detalle, las botonaduras ocultas al centro o al lado.

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