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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Sobre la música contemporánea

En relación con la carta del señor Jaime del Val [28 de septiembre], en donde se lamentaba de la marginación que sufre la música "culta" actual, quisiera señalar lo siguiente:1. La desmesurada preocupación por el pasado musical no es la causa sino la consecuencia de la indiferencia que padece la música contemporánea. Es verdad que esta preocupación sólo se da en el caso de la música. En otros ámbitos, como el cine, el teatro, la literatura o la danza, la ciudadanía no muestra una preocupación anormal por las obras pretéritas. Al contrario, consume mayoritariamente producciones actuales. Es más, cada nuevo libro de A, cada nueva película de B o cada obra teatral de C representa un, incluso en ocasiones, gran acontecimiento. Luego la preocupación excesiva por el pasado musical no parece originada por una falta de interés en lo actual.

2. El mercado, por principio, no margina ningún producto, no tiene preferencias estéticas, no hace juicios de valor y, por tanto, no puede ser la causa del problema. Lo que no deja de sorprender es que ni toda la capacidad para manipular a la masa que algunos le atribuyen ni todo el marketing del mundo. hayan conseguido vender la música contemporánea.

3.. La ausencia de una labor educativa específica sigue sin justificar el divorcio entre los ciudadanos y la música contemporánea. Tampoco se da una labor educativa en el campo del cine o del teatro, y no por ello los ciudadanos dejan de consumir producciones actuales. ¿Cómo explicar entonces la indiferencia hacia la música contemporánea?

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En la mayoría de análisis sobre la problemática de la música contemporánea, el gran ausente, quien no tiene ninguna responsabilidad porque nunca se equivoca, es el compositor. Estamos de acuerdo en que el compositor contemporáneo ha de ser libre para componer lo que quiera, y ha de serlo incluso para confundir la composición con la terapia personal o para convertirla en un ejercicio de cripticismo artístico.

Ahora bien, tan libre como el compositor lo es el ciudadano para darle la espalda-

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