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Los hijos varones ven "afeminada" la lectura si sólo les leen sus madres"

Estudio de la Universidad de Exeter sobre alfabetización

Isabel Ferrer

Leer a los niños en casa, una actividad en la que la mayoría de las madres podría doctorarse, constituye una de las claves del desinterés por la lectura mostrado por los hijos varones. Según un reciente estudio de la universidad británica de Exeter, el modelo femenino materno, así como el ofrecido por los docentes de enseñanza primaria, casi todos mujeres, inclina a los chicos a asociar el manejo del alfabeto con un ejercicio "afeminado". En cuanto el padre o cualquier otro hombre próximo se sienta a leerles un cuento, el interés brota de inmediato y el pequeño arrumba sus prejuicios."Los niños necesitan modelos masculinos y una buena porción de libros de aventuras para acercarse a la lectura. Empiezan por su alfabetización y el bache ya no se cierra fácilmente", asegura Ted Wragg, catedrático de Educación, que ha dirigido las investigaciones.

Estos estudios, concebidos para mejorar la educación primaria del Reino Unido en su conjunto, echan por tierra teorías arraigadas como la lenta maduración de los niños respecto a las niñas. La mayor facilidad para el lenguaje mostrada: por éstas tampoco explica, a juicio de los expertos de Exeter, los desfases observados en los análisis estadísticos efectuados sobre el particular.

Ventaja en lectura

Las niñas llevan por término medio cinco puntos de ventaja a los niños en las pruebas de lectura efectuadas al comienzo de la escuela primaria. A la hora de aprobar los exámenes que cierran la secundaria británica les superaban en un 10% en 1995-1996. La diferencia es todavía más importante cuando se trata de acceder a la Universidad. "Los chicos necesitan de otros varones, ya sean padres, tíos, abuelos o hermanos mayores, para que les lean, desde el principio. La lectura se convierte así en algo legítimo que mejora sobremanera toda su educación", asegura Ted Wragg.De su trabajo se deduce que tres cuartas partes de los niños entre cinco y siete años escuchan los relatos leídos por sus madres. Sólo la mitad consigue que el padre se siente a hacer lo mismo a esa edad. Hacia el final de la primaria, la mitad asegura que sus madres siguen leyéndoles, pero sólo una cuarta parte de los padres lo hace ya. Parece obvio que las dificultades se arrastran sin que nadie lo note. Y ello supone el fracaso o la obtención de notas muy bajas por parte de casi la mitad de la población", aseguró Wragg.

El estudio reconoce que muchos centros carecen de recursos para adquirir suficientes libros de aventuras o relativos al deporte, favoritos de los chicos durante buena parte de su infancia. "Pero los padres [varones] tienen que involucrarse, porque cada vez hay menos trabajos manuales y es más difícil salir adelante. Nadie quiere contratar ahora a un muchacho que tropieza al leer y tiene poca educación o maneras, algo que también emana de los libros", en palabras del especialista de Exeter.

Entre las soluciones sobresalen tres: animar a los padres a ayudar a sus chicos en casa con los deberes y el abecedario, rompiendo así la percepción femenina de la lectura; aumentar el número de profesores especializados para que el niño que no progresa sea ayudado de inmediato y mejorar, en fin, su comportamiento. "Esto último debe servir para que se concentren más en sus tareas y aumente la productividad". La falta de amor propio y modales, más frecuente entre niños y adolescentes varones, surge también de aquí, según el trabajo. "Que empiecen peor no significa que deban continuar así", se concluye.

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