Las autoridades mexicanas investigan como el 'narco' Carrillo fue asesinado en el hospital
Comprobado. El cuerpo tumefacto que la policía ha estado paseando por medio México durante esta semana es, en efecto, el narcotraficante más buscado de América: Amado Carrillo, el Señor de los Cielos, que quiso cambiar de cara y acabó cambiando de mundo. Concluye así un episodio cumbre del surrealismo que florece en estas tierras y que incluyó, entre otras escenas, una rueda de prensa del responsable de la lucha antidroga junto al fiambre. Todavía hay cabos sueltos. Carrillo pudo haber sido asesinado por uno de sus guardaespaldas. Las autoridades siguen investigando.
Cinco días ha tardado la Procuraduría General de la República (PGR) en cerciorarse de que aquel Antonio Flores González que murió en un hospital de la Ciudad de México, después de haberse sometido a una liposucción y a una extensa cirugía plástica, era en realidad el legendario jefe del cartel de Juárez que sustituyó las tradicionales avionetas por Boeing 727 para llevar cocaína a México (y de ahí a EE UU), osadía memorable que le dio su apodo.A Amado Carrillo no le gustaban las medias tintas. Transportó las mayores cantidades de droga colombiana a suelo norteamericano (unas, 200 toneladas al año), logró las mayores redes de distribución, corrompió a los más altos cargos, entre ellos al mismísimo zar antidrogas mexicano, el general Jesús Gutiérrez Rebollo... A sus 42 años era, sin duda, el rey de los narcos.
Quizás por eso cuando decidió cambiar de aspecto no se conformó con simples retoques: quiso una transformación radical que le permitiera escabullirse de un cerco policial que se había intensificado a raíz de la detención de Gutiérrez Rebollo.
Acompañado por una impresionante comitiva de guardaespaldas, Carrillo ingresó el 4 de julio en la clínica Santa Mónica, donde había alquilado toda la cuarta planta. En la operación, los cirujanos le extrajeron 14 litros de grasa, le modificaron la nariz, le pusieron una prótesis en la mandíbula... Cuando fue trasladado a la habitación, su situación era estable. Dos médicos personales y dos guardaespaldas se quedaron don de él. Siete horas más tarde, el capo había muerto de un infarto.
Y aquí empieza otro misterio. En un principio se dijo que el corazón de Carrillo, gran consumidor de cocaína, no resistió una interveción de ocho horas. Sin embargo, una enfermera ha declarado que uno de los acompañantes, un tipo rubio y desagradable, había inyectado a Carrill , en contra de las órdenes de los médicos, una dosis de Dormicum, un medicamento hipnótico preoperatorío que pudo haberle causado un paro respiratorio.
La PGR, que no descarta el homicidio, ha emprendido la búsqueda de los tres cirujanos que operaron a Carrillo y de sus acompañantes.
En la tarde del jueves, las autoridades confirmaron la muerte del capo, cuyo cadáver fue sometido alas pruebas de ADN para comprobar que no se trataba de una trampa, como se había sospechado. A esa misma hora, doña Aurora regresaba al norteño Estado de Sinaloa con el cuerpo de su hijo a bordo de un avión privado.
Cuando la caravana atravesó Navolato, el pueblo donde vive la familia, las campanas de la iglesia de, San Francisco repicaron. Todos los habitantes del municipio acudieron ayer al funeral celebrado en la finca de los Carrillo, donde no faltaron comida, bebida, coronas anónimas y una misa de cuerpo presente. El Ejército vigilaba los accesos a la casa. El Señor de los Cielos fue. enterrado en el jardín, bajo el mausoleo de mármol y granito donde resposan su padre y su hermano. Allí, los campesinos de la región entonaron el corrido que habían compuesto en su honor.
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