Tres de cada cuatro accidentes aéreos en Madrid se deben al factor humano

El factor humano es la causa del 75% de los 9 accidentes y 32 incidentes aéreos que han convulsionado Madrid desde 1993. Así se desprende de los resultados obtenidos por la Comisión de Investigación de Accidentes de, la Aviación Civil, que cifra en siete las personas muertas en los últimos cinco años en estos siniestros. El resto de las causas se divide a partes iguales entre las condiciones meteorológicas y los fallos mecánicos. Para la comisión, estas cifras -nueve percances por año- se ajustan a la media española.

La Comisión de Investigación de Accidentes de la Aviación Civil, organismo dependiente del Ministerio de Fomento, es la encargada de esclarecer el misterio que se oculta detrás de cada siniestro aéreo. Para ello, los inspectores de este departamento se enfrascan en minuciosas investigaciones -algunas tardan años en concluirse e incluyen la reconstrucción pieza por pieza de los aviones e incluso el análisis de las comidas de los pilotos-, cuyas conclusiones no sólo sirven para establecer las causas, sino que permiten elevar recomendaciones para evitar nuevos percances.En esta criba, los expertos distinguen entre accidentes (aquel siniestro en el que, como mínimo, hay heridos graves o la aeronave sufre daños estructurales), incidentes graves (aquel en el que intervienen circunstancias que podrían haber dado lugar a un accidente) y simples incidentes (todo suceso que pueda afectar la seguridad de las operaciones, por ejemplo, la salida de pista en Barajas de un avión con 103 pasajeros el 12 de diciembre pasado). La comisión considera que el factor humano sigue siendo el principal motivo de los accidentes e incidentes. "No se trata siempre del piloto, sino también de las personas involucradas en las operaciones. Por ejemplo, el responsable de revisar el depósito de combustible", indicó un portavoz de la citada comisión.

Un ejemplo de siniestro mortal atribuible al factor humano es el del helicóptero que se estrelló en Fuenlabrada el 16 de diciembre de 1996. Los primeros indicios apuntan a que este accidente, en el que murieron tres personas, se debió supuestamente a una mala evolución del piloto combinada con unas condiciones meteorológicas adversas. "Es raro el accidente en el que no confluyan numerosas causas, por eso no siempre se puede determinar con exactitud dónde reside la responsabilidad", añadió el citado portavoz.

A este terreno de la duda, donde intervienen las condiciones meteorológicas y los fallos mecánicos, corresponden siniestros como el de la avioneta de transporte que el 9 de agosto de 1995 se estrelló tras despegar del aeropuerto de Barajas. En este accidente, los dos ocupantes de la aeronave -una Piper 31- resultaron con quemaduras muy graves, hasta el punto de que el piloto falleció meses después. Las investigaciones han determinado que el motor de la avioneta sufrió una parada en vuelo, lo que le llevó a tomar tierra abruptamente en un descampado. El posterior incendio de la nave y la muerte del piloto, sin embargo, han impedido llegar a la causa última del accidente. "Sabemos que se paró el motor, pero no por qué", indicó el portavoz.

Otra incógnita sin despejar es la de la avioneta que en vuelo de instrucción cayó el 30 de mayo pasado en medio de la carretera de Extremadura. En este accidente murieron dos personas. Los investigadores, que centran su atención en las últimas maniobras del piloto, aún no han podido determinar la causa de la espectacular caída del aparato. "Será un trabajo de años", comentan.