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El arresto de un ex agente por el 'caso Cabezas' destapa la corrupción policial en Buenos Aires

"Vamos a ver ahora cómo se termina de atar, pero ya está". Un portavoz del Gobierno de la provincia de Buenos Aires aseguró ayer que el crimen del fotógrafo José Luis Cabezas, asesinado y calcinado dentro de su coche el pasado 25 de enero en un campo cercano a la ciudad balnearia de Pinamar, 380 kilómetros al sur de Buenos Aires, sobre la costa atlántica, "ya está" resuelto y "sólo falta saber hasta dónde se llega en la investigación". El juez de instrucción ordenó detener ayer a otras cinco personas, entre ellos un ex policía, y según las fuentes consultadas, "uno de ellos es el autor material del crimen". Para el juez, "falta establecer claramente las relaciones entre los sospechosos y el móvil".El gobernador Eduardo Duhalde, candidato del peronismo a la sucesión del presidente Carlos Menem, admitió ayer que se había "avanzado mucho" en la investigación y que "tal vez" el crimen de José Luis Cabezas se convierta en el símbolo de que aquí se acabó la impunidad". Para Duhalde, encontrar a los culpables era un compromiso público en el que se jugaba su futuro político. La insistencia de todos los periódicos, los telediarios, los programas de radio y el sindicato de los periodistas en mantener cada día la investigación del crimen como noticia de portada, se convirtió en una presión casi intolerable para los funcionarios del Gobierno provincial y nacional.

La primera versión que los periodistas dieron de los hechos, en la que se sospechaba de las bandas mixtas de civiles y policías que controlan el tráfico de drogas, los robos y el juego clandestino en la costa atlántica, es la que parece confirmarse ahora, a pesar de todos los intentos que hicieron los propios policías encargados de la investigación para borrar huellas, destruir evidencias, confundir con pistas falsas y echar a rodar rumores que distrajeron la atención sobre grupos diversos de personas.

La revista Noticias para la que trabajaba Cabezas, había publicado informes sobre en lo que su momento llamó la "maldita policía" y sobre los robos que se producían con frecuencia en las mansiones de Pinamar.

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