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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La causa de la causa

EL TREN es, en teoría, el sistema más seguro de transporte terrestre: está altamente automatizado, con escaso margen para el error humano. Por ello, para que se produzca un accidente tienen que coincidir varios factores azarosos, además de eventuales errores personales. El azar ha querido que con el escaso margen de nueve horas se registraran en España dos accidentes ferroviarios con víctimas mortales. En el más grave de ellos, ocurrido en la localidad navarra de Uharte-Arakil, se registraron 18 muertos y decenas de heridos, 12 de ellos graves, de los que dos se encontraban ayer en estado crítico. En el otro siniestro, producido a las cuatro y media de la madrugada de ayer en Azuqueca de Henares (Guadalajara), fallecieron dos personas y resultaron heridas otras 25, dos de ellas graves. Se trata de dos casos de descarrilamiento cuyas causas están en fase de investigación.El de Uharte es el accidente más grave en su género en muchos, muchísimos años. Ha habido siniestros ferroviarios con un número aún mayor de víctimas, pero siempre a consecuencia del choque entre dos trenes o entre un tren y un autobús en algún paso a nivel. No se tiene memoria de un desastre comparable en casos de descarrilamiento, y ello está probablemente relacionado con la elevada velocidad a la que circulaba el convoy Barcelona-Hendaya en el momento de salirse de la vía. Por otra parte, se tiene la impresión de que el número de víctimas en el accidente de Guadalajara hubiera sido mucho mayor de no ser porque el tren, un talgo de la línea Barcelona-Madrid-Málaga, circulaba semivacío.

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Tanto los responsables de Renfe como el ministro de Fomento han dado por seguro que la causa del descarrilamiento de Uharte fue la velocidad excesiva (137 kilómetros por hora) a la que circulaba el tren en el momento de cambiar de vía a la entrada de la estación de esa localidad navarra. La velocidad máxima permitida en el momento de cambio de vía es de 30 kilómetros por hora. Las líneas más modernas cuentan desde hace años con un sistema automático que reduce la velocidad de los trenes en función de lo que marquen las señales de la vía, y que representa, sin duda, una garantía de seguridad para evitar errores humanos. Desgraciadamente, la línea Barcelona-Hendaya no cuenta todavía con ese sistema, como ayer mismo reconoció Renfe. El otro punto a aclarar es si la circunstancia de que el desvío se produjera en la estación de Uharte, y no, como ocurre habitualmente, en la de Etxarri-Aranatz, situada a siete kilómetros más adelante y que había sido objeto de un ataque vandálico a manos de encapuchados pocas horas antes, tuvo influencia en el trágico desenlace.

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El hecho de que el conductor de la locomotora, así como su ayudante, resultaran ilesos debería facilitar el total esclarecimiento de las circunstancias del caso. Se juega en ello la credibilidad de la compañía pública; pero sobre todo, la seguridad de los numerosos ciudadanos que utilizan el tren por considerarlo el sistema menos peligroso para viajar.

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