400.000 refugiados huyen al interior de Tanzania ante el temor a ser repatriados a Ruanda
Las costuras de la región de los Grandes Lagos volvieron a estallar ayer. Al menos 400.000 refugiados hutus ruandeses de los campos de Ngara y Karagwe, situados a lo largo de las fronteras de Ruanda y Burundi, emprendieron la huida al interior de Tanzania ante el temor a ser repatriados a la fuerza antes de fin de mes. Mientras el Ejército ugandés se empleó a fondo contra la guerrilla que ataca a las tropas de Kampala desde Zaire, los rebeldes banyamulenges (tutsis zaireños) decretaron ayer una tregua unilateral en la región de Kivu (este de Zaire), que en gran medida controlan.
Al menos 400.000 refugiados ruandeses abandonaron sus campos en el noroeste de Tanzania y se internaron en el país, alejándose de la frontera con Ruanda y Burundi. Era la forma de votar con los pies contra el ultimátum del Gobierno tanzano que, con la vista gorda del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), había dado de plazo hasta fin de mes al más de medio millón de refugiados hutus para que regresaran a Ruanda.
Se trata de un impresionante movimiento humano exactamente opuesto al que hace menos de un mes llevó de vuelta a casa a más de medio millón de refugiados hutus ruandeses, que emprendieron el regreso después de que los banyamulenges pusieran en fuga a las milicias y los antiguos soldados del Ejército ruandés que controlaban los campos de refugiados en los que residían desde el verano de 1994, cuando el tutsi Frente Patriótico Ruandés se hizo con el poder en Kigali, la capital ruandesa.
Intimidaciones
Fuentes de la ONU en Tanzania señalaron que buena parte de los campamentos de refugiados empezaron a vaciarse a lo largo del miércoles, aparentemente a causa de las intimidaciones de los extremistas hutus (radicales interhamwe y tropas del antiguo Ejército ruandés), contrarios al plan previsto de repatriar a Ruanda a todos los refugiados. ACNUR señaló que los campos de Kitale, Lukole y Keza habían quedado abandonados en la noche del miércoles al jueves y que los refugiados habían emprendido el camino hacia el sureste de Tanzania, con la esperanza de alcanzar Zambia y Malaui.La región de los Grandes Lagos sigue sacudida por la interminable crisis de los refugiados ruandeses. El Gobierno francés, abiertamente puesto en causa tanto por los rebeldes zaireños por su apoyo al presidente zaireño, Mobutu Sese Seko, como por el Gobierno ruandés, que le reprocha su reiterado apoyo al antiguo régimen, admitió ayer que aviones de reconocimiento propios habían localizado dos columnas formadas por unos 100.000 refugiados ruandeses cada una, avanzando hacia el interior de Zaire. ACNUR anunció ayer en Ginebra que se disponía a llevar ayuda por vía aérea a una de ellas, localizada en Shabunda, unos 175 kilómetros aloeste de Bukavu, capital de la provincia zaireña de Kivu Sur.
"A causa de la fuerte presión desde el exterior hemos decidido parar [la guerra]", declaró ayer Laurent Kabila, jefe político de la Alianza de Fuerzas de Liberación de Congo-Zaire desde la ciudad de Goma, capital de Kivu Norte. Mientras los rebeldes bayamulenges de Kabila decretaban la tregua unilateral en su campaña para derrocar al Gobierno de Kinshasa, violentos combates enfrentaron ayer al Ejército ugandés y a guerrilleros de las Fuerzas Democráticas Aliadas, que desde noviembre pasado han lanzado ataques contra Uganda desde sus bases en la región montañosa de Ruwenzori, fronteriza entre Uganda y Zaire.
Desde Kisangani, capital de la región de Alto Zaire, a la que han llegado soldados zaireños puestos en fuga por la revuelta banyamulenge y refugiados ruandeses de la región de Kivu, Monsegwo Pasinya, arzobispo de la antigua Stanleyville, hizo un "Ilamamiento urgente a los poderosos de este mundo y a los que tienen poder de decisión política" para que ayuden a la población de la región "y a los cientos de miles de refugiados y desplazados, que vagan sin rumbo en el Kivu Norte y Sur".
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