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Entrevista:

"Me han condenado a morir en Tunez"

Ex primer ministro socialista italianoBettino Craxi, 62 años, no. ha sido nunca hombre de gestos. suaves. Condenado en firme a cinco anos y medio cárcel por un intento de devengar comisiones ilegales, y con otros 20 años de prisión pendientes en otros cuatro procesos, el ex secretario del disuelto Partido Socialista Italiano (PSI) y ex primer ministro ligue repitiendo como el primer día que él no confiesa porque no es más culpable que el resto de los políticos.

ENVIADO ESPECIAL Hasta ahora, Bettino Craxi ha vivido el exilio poco dorado de Túnez, con el que se ha automarginado incluso del resto de sus pares. Pero él piensa que sus ideas se están abriendo paso, y cree que progresa en su lucha contra el símbolo de la operación Manos Limpias, el ex fiscal y ministro dimisionario Antonio Di Pietro.. Seguramente por eso, Craxi ha tenido interés en mantener esta entrevista con los enviados de dos diarios españoles y uno portugués, a los que recibe recordando con amargura el día ya lejano en que Di Pietro obtuvo del juez de instrucción el primer mandato de captura para sacarle de su refugio tunecino.Pregunta. En base a aquel mandato de captura sehizo la demanda de extradición.¿Dónde está esa petición?

Respuesta. Estará aquí, no sé dónde.. Pero a mí me protegen los tratados internacionales y la ley italiana, que en materia de extradición es aún más restrictiva. El Tratado Europeo de los Derechos del Hombre dice que, no se puede extraditar por actos políticos o ligados a la política, y esta fórmula ha sido retomada por el Tribunal Supremo de Túnez. El Código Penal italiano considera delitos políticos incluso los delitos comunes, que yo no he cometido jamás, si en todo o en parte han sido perpetrados por motivos políticos.

P. Tras la condena en firme, ¿tiene más miedo?

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R. No, es una condena ilegal y anticonstitucional. Se refiere a un asunto al que soy totalmente ajeno. A diferencia de otros casos en los que mi partido recibió dinero, en éste no recibió nada, y menos yo. La operación no se hizo nunca, y mi partido no tenía nada que ver con el proyecto de hacerla. Pero me han condenado igualmente, porque hay clanes judiciales y políticos que han decidido en base a principios políticos. Por fortuna, ya no soy el único que lo dice.

P. Usted ha dicho que esta sentencia coincidió con rumores de que usted quería volver a Italia. ¿Hay quien se opone?

R. Si quisieran que yo volviera a Italia, el Gobierno no habría dictado un mandato de captura. Esa orden no la han hecho para que yo vuelva, sino para impedirme volver.

P. ¿Hay quien teme su regreso?

R. ¡Ah!, eso se lo tendría que preguntar a ellos, pero, si piensan callarme así, se equivocan. No puedo participar en la vida política, pero, si alguno me pide opiniones, las doy. Las armas de lo que yo llamo la farsa de la revolución a la italiana son dos: los clanes judiciales y su relación orgánica con la información. Se ha organizado una gran operación que contiene al mismo tiempo una perversidad y una genialidad, ambas genuinamente italianas. De hecho, querían exportarla. El descubrimiento es que, para dar o intentar un golpe porque más que un. golpe lo que ha habido es un intento fallido-, en una sociedad moderna no hacen falta carros de combate, sino que basta un fuerte acuerdo operativo entre clanes judiciales y clanes informativos. Naturalmente, con el apoyo de las fuerzas políticas y económicas, con apoyo externo. Pero el brazo ejecutor es lo que un escritor francés llama el clan mediático-judicial.

P. La magistratura italiana está dividida.

R. Yo no hablo de magistratura en general, porque no es justo, sino de clan, o sea, de grupos cuyo centro neurálgico ha sido un clan que tomó como lema Manos Limpias. Qué casualidad, porque el lema de las checas bolcheviques era "manos limpias, corazón caliente y cabeza fría". Digo todo esto sin hablar del singularísimo caso de Di Pietro, portaestandarte del clan milanés denominado Manos Limpias, cuyo caso está bajo examen.

P. ¿Se plantea volver a Italia?

R. Yo no puedo volver. -

P. ¿Piensa pasarse la vida, en Túnez?

R. Y qué puedo hacer. Me han condenado a morir aquí.

P. El ministro de Justicia ha anunciado una posible solución, por la que los que confiesen y devuelvan lo robado no irían a la cárcel.

R. ¿Confesar qué? Que confiese su partido. ¿Qué debo confesar yo? Que hagan lo que dice Armando Cosutta [dirigente comunista], una gran operación de verdad. Yo soy el único que ha hablado, el único que ha dicho la verdad ante el Parlamento, en voz alta, ante todos. Soy el único que ha dicho que en Italia la financiación de la política era ilegal desde hace décadas y que todos lo sabían. Estaban perfectamente al corriente; eran conscientes y corresponsables.

P. Usted reconoció recientemente que sigue habiendo fondos de su partido en el extranjero.

R. El partido tenía un sistema de cuentas exteriores -yo no se por qué importe, aunque la cifra era realmente sustanciosa-, que están en manos de fiduciarios situados fuera de Italia. Se sabe quiénes son. Pero, si se les agrede, es normal que sigan estando fuera. Si no hubieran sido criminalizados habrían dicho cómo estaban las cosas.

P. El Partido Socialista Italiano (PSI) ya no existe, y ese dinero estará sirviendo a alguien.

R. Eso es seguro. Yo creo que cuando se normalice la situación esos medios deberían ser puestos a disposición de quien tiene derecho, o sea, en mi opinión, de los empleados y los acreedores del PSI.

P.¿El PSI financió a otros partidos hermanos?

R. Hemos apoyado muchas luchas en el mundo, pero naturalmente no voy a dar nombres.

P. ¿Y está satisfecho de cómo han reaccionado estos partidos hermanos frente a la crisis del PSI?

R. Absolutamente, no. Salvo alguna excepción como Mario Soares se han comportado conmigo como tantos socialistas italianos. No sólo han hecho como si no vieran, sino que ni siquiera han querido saber. ¿Por qué la Internacional Socialista no me ha pedido explicaciones? Yo lo considero inadmisible. Soares ha sido un gran combatiente de la libertad. El resto son miserias. También Felipe González ha sido un gran combatiente de la libertad que pasará a la historia de España. Creo que sigue siendo amigo mío.

P. Otros han aceptado pasar por la cárcel.

R. No tengo ninguna intención de poner en peligro mi vida.

P. ¿Por qué está tan seguro de que su vida peligraría en la cárcel?

R. Si me quitaran la libertad, mi vida terminaría inmediatamente. Sobre esto tengo las ideas muy claras. Mire, yo vine aquí enfermo, y en seguida me internaron.- Durante un año, nadie se metió conmigo. ¿Sabe cuándo dictaron el mandato de arresto? Cuando presenté al tribunal de Milán una documentación, que ahora vuelve a estar de moda, sobre las amistades y relaciones ambiguas de Di Pietro, sobre su clan. Allí comenzó una ofensiva de primera categoría contra mí. Se dice que el diablo hace las ollas pero no las tapas, y ahora la olla está abierta. Esperemos que vayan a mirar dentro.

Di Pietro, un tema obsesivo y. recurrente

"Uno de los aspectos más trágicos y significativos de esta historia es que, cuando me interno, porque tenía esta grave ulceración en el pie que no me dejaba caminar y que luego dio lugar a cinco intervenciones quirúrgicas, Di Pietro dijera que era un forúnculo. La cosa más trágica pero significativa que sucedió es que el mismo día del pasado mes de mayo en que los médicos tenían que decidir si intervenían por enésima vez para intentar salvarme la pierna o amputármela, yo recibo un mandato de captura internacional por peligro de fuga, tras ser declarado ilocalizable, Esto dice mucho sobre lo queha pasado. Se entiende que, si a un diabético enfermo del corazón se le corta una pierna, puede correr un peligro serio. Pero me mandaron el mandato de captura como ilocalizable [se ríe], cuando todo el mundo sabe dónde estoy".Bettino Craxi dice esto y descubre la pierna izquierda para mostrar una gran cicatriz que corre desde la rodilla al empeine. Su aspecto físico ha mejorado desde que superó la gangrena, pero sigue vistiendo los mismos chándales flojos y lleva zapatos recortados por la punta que no presionan los dedos vendados.

Una novedad es que últimamente tiende a no recibir en casa y que los policías que le acompañan hasta el hotel donde se celebra la entrevista irrumpen al cabo de un rato para advertirle de que el encuentro no está autorizado porque los periodistas no han pedido permiso- al Gobierno tunecino. Craxi aconseja andar con prisa y parece ansioso por marcharse.

Horas más tarde reaparece en un restaurante de un amigo, a los postres de la cena, sin sus ángeles guardianes. Un enano reparte nardos, una mujer baila sobre una mesa la danza del vientre y el fragor de tambores y violines que la acompaña anula totalmente las palabras de Craxi. Como atrapado en una caricatura de su propio exilio, el ex líder socialista deja que se rompan en el aire anécdotas de sus relaciones con Ronald Reagan o de cómo dirigió, siendo primer ministro, la crisis de Sigonella, cuando el palestino Abu Abás escapó al cerco norteamericano tras el secuestro del Achille Lauro.

De noche como de día, el tema recurrente y obsesivo de Bettino Craxi es, sin embargo, Antonio Di Pietro, sus amistades peligrosas, sus presuntas corruptelas y veleidades. Nombres, fechas, datos de la investigación que se sigue en Brescia sobre el ex magistrado, entran en la vorágine nocturna del restaurante tunecino.

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