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Un muerto y seis heridos por una gran explosión de gas butano en un piso

Vicente G. Olaya

A las 6.10 de ayer, un fuerte ruido alertó a los vecinos del número 75 de la calle de Hermanos García Noblejas. Unos segundos después se oyeron los gritos de socorro de Roberto Cabrera, de 33 años. Del interior de su vivienda brotaba una nube de humo y fuego que cubría el pasillo. Una explosión por acumulación de gas butano era la causa. Manuel Gómez, de 30 años, al oír los gritos, abrió la puerta de su casa. Intentó acercarse a Cabrera, pero las llamas le echaron atrás. Retrocedió al escuchar nuevos gritos de mujer procedentes de otra vivienda contigua. "Salga por los andamios [que rodeaban ayer la fachada de este edificio]", le gritó. Y la vecina, con sus hijas, le obedecieron. Gómez ordenó entonces a su mujer y a sus dos hijos menores salir. Y bajaron por las escaleras, que comenzaban a llenarse de asustados inquilinos.Mientras, Cabrera, al no poder recibir ayuda por el descansillo, salió a la ventana. Y gritó con todas sus fuerzas. Samuel, un vecino de un bloque cercano, oyó su llamada desgarradora. Trepó desde la calle por los andamios que rodean esta edificación de 10 plantas e intentó cogerle. Una nueva explosión le echó atrás. Samuel volvió a intentarlo, agarró a Cabrera del brazo, pero éste se desplomó. "Se deshizo", recordaba ayer.

Pasaban los minutos. Los inquilinos de los pisos superiores al lugar de la deflagración estaban atrapados. Seis de ellos resultaron intoxicados. No podían descender por la escalera a causa del humo y las llamas. Los bomberos no llegaban. "Llamé a los bomberos", relataba ayer Dolores Leal, inquilina del séptimo, "pero saltó un contestador. Marqué el 061 [el Insalud], pero me dijeron que no eran los bomberos. Mi casa se quemaba. Estábamos muy asustados", sollozaba. A los diez minutos llegaron los primeros bomberos.

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Los vecinos escaparon de las llamas por los andamios de la fachada

VIENE DE LA PÁGINA 1El acceso de los bomberos a las viviendas no fue fácil. Para poder acercar los 13 pesados vehículos al edificio tuvieron que cortar varios bolardos y un pino. Coches en doble fila complicaban además sus maniobras. Mientras, los vecinos atrapados en los últimos pisos del edificio comenzaron a descender por los andamios. Los que no podían o no se atrevían a bajar por la fachada cogieron toallas mojadas con las que taparon las rendijas de sus puertas. Dos minutos después de la llegada de los primeros camiones de bomberos, un potente manguerazo entró directamente en casa de Cabrera. Una enorme escalera mecánica se fue acercando poco a poco a la ventana.

El edificio donde se produjo la explosión fue construido hace M años. La mayoría de sus inquilinos son ancianos, algunos de cuales resultaron intoxicados por la nube de humo que la explosión provocó. Los servicios sanitarios del Ayuntamiento y el Insalud, tuvieron que atender a pie de calle a Dolores Ruiz, de 70 años; Catalina González, de 74; Agustino Adrián, de 82; Inés Díaz, de 75; Benita Moreno, de 66 años, y Dolores Córdoba, de 52. Ninguno tuvo que ser ingresado en un hospital.

Acumulación de gas butano

La explosión acaecida en la vivienda de Roberto Cabrera se produjo, según los técnicos municipales, por una acumulación de gas butano durante la noche. Al encender la luz o un mechero, la deflagración fue irremediable. Como consecuencia, la vivienda se convirtió en un montón de escombros calcinados y las paredes medianeras con la vivienda contigua que estaba vacía se derrumbaron. Sobre el piso de Cabrera sólo quedaban ayer tres botellas de gas butano ennegrecidas, pero intactas.

Y llegaron los políticos locales. El primer teniente de alcalde, José Ignacio Echeverría; el concejal de Sanidad, Simón Viñals; el concejal de Bomberos, Carlos López-Collado; el concejal del distrito, Isaac Ramos, y el director regional de Protección Ciudadana, Luis Mallo. Todos se interesaron por los inquilinos.

Y a las diez de la mañana la calma volvió al edificio. El Ayuntamiento se, ha comprometido a llevar a cabo las labores de reconstrucción. El jefe del departamento municipal de Edificación Deficiente, Fernando Macías, explicó que el Ivima -propietaria del edificio siniestrado mientras no se consume el proceso de compra por parte de los vecinos- se ha dirigido al Ayuntamiento para pedir formalmente que repare la casa. El consistorio asumirá el arreglo y el realojo de los vecinos y luego pasará la factura al Ivima

Dos siniestros al Mes

En la capital se han registrado 4,7 explosiones a causa de escapes de gas en los dos últimos años (desde septiembre de 1994 a agosto de 1996), según los datos del Ayuntamiento de Madrid. Es decir, dos al mes. En estos siniestros murieron tres personas, 20 resultaron heridas graves y 49 leves. Las deflagraciones causaron la ruina o derribo de cuatro edificios, importantes daños materiales en 13 y daños ligeros en otros 37. El distrito más afectado por las explosiones ha sido el de Carabanchel, donde se re gistraron un total de 11, seguido de Centro, con 6, y Latina, con 4.

Los bomberos tuvieron que actuar en este tiempo en 81 ocasiones. El 38% de sus acciones fueron por deficiencias en las instalaciones del gas, y el 13%, por imprudencias o manejo incorrecto de los aparatos. Del total de explosiones, 20 fueron producidas por el gas butano, 14 por el propano y 6 por el natural. La mayoría de las intervenciones de los bomberos se llevaron a cabo en los meses de invierno. En concreto, el 53% entre noviembre y enero.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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