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Un jubilado burgalés lleva el primer corazón artificial portátil implantado en España

Una bomba en el abdomen se conecta a la batería que el paciente lleva 'en bandolera'

Ángel Calvo Santodomingo, un jubilado de 66 años, es el primer paciente que lleva un corazón artificial autónomo en España. "Era su única alternativa a la muerte", indicó ayer Juan José Rufilanchas, jefe del servicio de cirugía cardiaca del hospital Doce de Octubre, de Madrid, donde se practicó la intervención el pasado 11 de agosto. Desde entonces, Ángel tiene dentro de su abdomen un aparato electromecánico de un kilo, y tamaño semejante al de "media caja de zapatos", que bombea su sangre. 400 dispositivos como este se han instalado en el mundo desde 1984.

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Un 'cerebro' en la mochila

Un tac tac rítmico, un latido cardiaco artificial, suena desde la pequeña bandolera que cuelga del brazo de Angel Calvo. En ella lleva su cerebro: dos baterías que alimentan al dispositivo implantado en su cuerpo y un pequeño ordenador que organiza los impulsos. Pensando en cómo estaba antes, con una insuficiencia cardiaca terminal, para Ángel Calvo esto no es nada. "Si, he sentido una cosa un poco extraña, pero ahora. no me molesta para nada", relataba ayer en el hospital.Vive en un pueblo de Burgos llamado Hoyales de Roa y tenía un problema importante de rechazo en su sistema inmunitario que hacía prácticamente imposible encontrar un corazón compatible para someterse a un trasplante. Le propusieron entonces la colocación de uno artificial conocido como dispositivo de ayuda ventricular izquierda. No tuvo miedo. "Como dijo el otro, la vida sólo se vive una vez. Si me toca morirme, pues mala suerte", se planteó. Ahora, un mes después de aquello, ya piensa en una vida tranquila en el pueblo y hacer algunas escapadas en coche por los alrededores.

El equipo de cirujanos que le practicó la intervención se familiarizó con la técnica hace dos años en un hospital de París y el 11 de agosto realizaron con Angel la primera intervención en España. En ella se conserva el corazón deteriorado, "para favorecer un posterior trasplante", indicó Rufilanchas. Justo debajo se coloca, bajo la piel y músculos del abdomen, un dispositivo que actúa como la bomba cardiaca, impulsando la sangre desde el corazón hasta la arteria aorta imitando las condiciones normales: unos 70 centímetros cúbicos por latido.

Seis horas de autonomía

Dos baterías externa dan fuerza y ritmo a las pulsaciones. Ángel la lleva de momento en una bandolera, pero también se instala en un cinturón, más cómodo para el paciente. Tiene una autonomía de seis horas y por las noches o en la casa se conecta a una consola que se alimenta en la corriente eléctrica."Esto no es cirugía experimental", insistió Juan José Rufilanchas, coordinador de un equipo que ha involucrado en esta operación a más, de 40 cirujanos, cardiólogos y personal de enfermería.

"Se han realizado 400 intervenciones como esta en todo el mundo y hay algún paciente que lleva más de dos años viviendo con él", indicó el cirujano. Advirtió, no obstante, que esta intervención no va a ser muy frecuente en España. Y la razón es que en todo el mundo se está utilizando como puente hasta obtener un órgano real para trasplante y en España apenas hay que esperar tres días en el caso de corazón, frente a los 110 días que espera un estadounidense, según indicó Rufilanchas. "Nosotros no recurriremos a esto salvo en casos excepcionales", subrayó.

Ángel Calvo era un paciente excepcional. Actualmente esta medicado con vasodilatadores y anticoagulantes para favorecer su circulación, pero será sometido a un tratamiento inmunológico que permita preparar su organismo para el trasplante. El coste han sido siete millones de pesetas.

Un estudio de la Administración de EE UU ha demostrado ya que estos dispositivos artificiales funcionan correctamente y sin complicaciones, al menos, tres años. Su tamaño y sistema de alimentación externo son dos de los motivos por los que todavía no se considere una alternativa permanente al corazón humano.

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