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Teherán necesita todo menos un embargo económico

Irán, que niega toda participación en cualquier atentado terrorista, rechaza estar buscando el arma nuclear y denuncia que la ofensiva de Bill Clinton obedece tanto a "razones electorales" del presidente de Estados Unidos como al "viejo odio" del Gran Satán hacia la República Islámica, que necesita de todo menos de un embargo económico. Pese a la presente campaña del Gobierno insistiendo en los éxitos de sus inversiones en infraestructura, la economía iraní no va todo lo bien que debiera.Irán -las fuentes divergen- osciló el pasado año entre una recesión del 1% y un crecimiento del 4%. Incluso en este último caso, ello resulta insuficiente para un país en reconstrucción tras los ocho años de guerra que le impuso Sadam Husein. El país tiene una deuda exterior de unos 36.000 millones de dólares, y la inflación oficial del orden del 80% que pulveriza los salarios, que en la actualidad se sitúan en una media de unos cien dólares mensuales (unas 13.000 pesetas). Parte de la población vivo por debajo del umbral de pobreza.

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En esas circunstancias -ocasionadas o agravadas por el dirigismo, la burocracia, la ineficacia y la corrupción-, ha terminado por imponerse una gran cautela entre los inversores extranjeros, que a comienzos de los noventa estimaron que el Irán de la posguerra iba a ser una tierra de promisión para los negocios.

La mayoría de los surcoreanos e italianos, que estuvieron a la vanguardia de aquella visión optimista, han replegado velas; los franceses, decididos a recuperar protagonismo en Oriente Próximo, se mantienen a la expectativa; los españoles nunca llegaron a venir. Tan sólo los alemanes parecen algo más decididos a seguir apostando por la vieja Persia. Pueden permitirse la deuda iraní y siempre le han otorgado una gran importancia a este país.

En cualquier caso, la Unión Europea, o al menos su núcleo francoalemán, no está dispuesta a seguir el llamamiento norteamericano a imponer un severo embargo económico a Irán, y menos aún a acepta que Washington pueda sancionar a las compañías extranjeras que operen en este país. Los europeos desean mantener el llamado "diálogo crítico" con Teherán, algo que suele limitarse a pedir en vano la anulación de la fatwa de Jomeini condenando a muerte al escritor Salman Rushdie.

A diferencia de la visión norteamericana en blanco y negro, los europeos introducen matices en su relación con el régimen islámico. Saben que Irán no es Libia.

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