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Tribuna
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Pintadas

Uno puede tirar su dinero como quiera, pero para adelgazar no hay nada como comer menos y andar más. Madrid bien puede ser el escenario de tan sublime y peripatética decisión. Es una ciudad fascinante para pasearla con curiosidad. De entrada, llama la atención el panorama de garabatos a modo de firmas que ilustran las paredes. Hubo un artista, que firmaba Muelle, que fue un elemento de identificación gráfica de nuestra ciudad en los años ochenta y creó escuela. Sin embargo, los epígonos son infame turba sin calidad gráfica que, simplemente, emborrona paredes con el narcisismo de dejar allí su firma-cagarruta.En cuanto a pintadas con texto, estarnos viviendo una etapa de atonía en la que escasean las pintadas reivindicativas, imaginativas o divertidas. Algunas estaban hechas con nocturnidad, alevosía y odio, y su lectura producía escalofríos a temerosas personas mayores, que las situaban en los albores de otra contienda civil. Las cosas están cambiando. El término "en lucha", que figuraba en el anuncio de cualquier huelga, encierro o manifestación, apenas se ve, quizá para no asustar al personal. Así podemos leer, cerca de la calle Mayor, esta descafeinada pintada: "Huelga en Comercial. Telefónica nos trata fatal". Antes, las empresas "explotaban", "despedían" o "reprimían" a los obreros; ahora debemos de estar en una fase del capitalismo con rostro humano en que los factores cualitativos y el trato humano y considerado son la reivindicación básica.

No abundan en Madrid las pintadas, seguramente porque el concejal de Limpieza las borra enseguida. Sin embargo, si camina lo bastante, además de que siempre llegará a alguna parte, como nos pronosticaba, el Gato de Cheshire, tendrá ocasión de ver algunas pintadas curiosas.

He visto en Usera, con trazo nervioso, un contundente "Banqueros bandidos". ¿A quién se puede referir? Quizá a Mario Conde y sus secuaces, que, por sisar, presuntamente, unos miles de millones, se ven ahora a los pies de los caballos judiciales.

Tal vez a Alfonso Escámez, también en la crónica de tribunales por participar en aquella, presuntamente ingeniosa, trama de financiación a favor del PSOE llamada Filesa. Sospecho que la ira del autor de la pintada no la han provocado los Conde-Escámez que en la banca han sido y serán, sino el director de la sucursal del banco o la caja de ahorros de la esquina, que le ha amenazado con embargarle el piso de 60 metros cuadrados porque lleva: varios meses sin pagar la cuota de la hipoteca.

Hace unos días nos enteramos por José Antonio Hernández de que anualmente, en Madrid, más de 8.000 familias son desahuciadas, por orden judicial, por no pagar el alquiler o la hipoteca de sus casas. Probablemente el vecino de Usera sea uno de los 22 desahuciados por pobres, insolventes o morosos que diariamente son expulsados de sus casas ante la fría mirada de docena y media de antidisturbios.

En Vallecas, con trazo cheli, he visto una sorprendente pintada -"Remondo, penco"-, reproche, sin duda, al rocín belga que iba a ser el orgullo de Madrid en Atlanta. Remondo, que era nombre bonito por sinónimo de relimpio, fue cambiado por Madrid para que, con sus épicos triunfos hípicos, promocionara a nuestra. Comunidad urbi et orbi. Era un sueño, Madrid en lo más alto, montado por Cayetano, vástago de la duquesa más Grande y titulada de España, en el podio de los triunfadores, en el pedestal de la gloria, en el paraíso de los elegidos. Pues bien, ese sueño colectivo se nos ha venido abajo, y eso, en Vallecas, no se perdona. Es en Tetuán, con trazo enamorado, en los aledaños de los juzgados de la plaza de Castilla, donde campea desde hace años una pintada maravillosa, mi favorita, la que nos puede reconciliar con el ser humano y su capacidad de amar: "Te quiero mucho más de lo que tú crees". Esta puede ser la historia de un amor no correspondido o insuficientemente comprendido, es decir, una pasión amorosa auténtica, desequilibrada y generosa. Es emocionante que las paredes de la ciudad sean lienzo de amor y no pizarra de agresión, aunque en una ciudad libre y abierta, como es Madrid, todo tiene cabida y nos podemos encontrar cualquier cosa.

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