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CICLISMO: GIRO

Fontanelli, el honor de los 'antiguos'

Carlos Arribas

De los ocho corredores que armaron la etapa de ayer, todos italianos, seis son de los llamados de nueva escuela, la que ha inundado el ciclismo los tres últimos años. Todos lucen un fisico impresionante -Zanette: 1,90 de altura; Guidi, 1,87; Brignoli, 1,87; Boscardin, 1,82; Velo, 1,84; Casarotto, 1,80- y un magnífico estilo de rodadores -codos a escuadra, largas piernas como palancas perfectas-; todos son hijos del pulsómetro: saben entrenarse de forma científica, conocen sin duda su estado de forma, miman su peso...Son intercambiables, hijos de una planilla. Serían los ciclistas perfectos si el ciclismo se redujera a ciencia exacta. Ninguno de ellos ganó, ni siquiera quedó segundo. Ninguno supo qué hacer para ganar aparte de trabajar como mulos.Fabiano Fontanelli ganó: Tiene 31 años, mide 1'76 y es profesional desde hace siete años. Es un ciclista antiguo para los tiempos que corren. Gabriele Missaglia quedó segundo, aunque es joven sólo mide 1,66. También es antiguo. Monta con un estilo anti-moderno: el cuerpo muy echado para adelante para que los brazos le lleguen al manillar; el sillín muy bajo para poder llegar a los pedales. Fontanelli ha recorrido un largo camino para poder llegar a un equipo potente -el MG-, donde su grinta, su sabiduría sobre la bicicleta, su carácter ganador y su espíritu de lucha pudieran tener recompensa habitual. De sus siete victorias este año, registro iniciado ya en febrero, cinco las ha logrado por medio de escapadas. Missaglia -repescado por el Panaria la víspera del Giro tras la desaparición del San Marco tiene toda la pinta de tener que construirse en el futuro una carrera a lo Fontanelli.

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Guidi, el más sprinter de los fugados, fue también el que inició la escapada, ya en el kilómetro dos. También fue el que más se dispersó -disputó y ganó los sprints intermedios- y el que más posibilidades tenía de triunfar en Loano, aunque sólo fuera porque llevaba un lanzador en su compañero de equipo Casarotto. Acabó tercero. "Prefiero que dar tercero a seguir llegando segundo", dijo, premonitoriamente, el otro día en Fiuggi después de quedar segundo por tercera vez en este Giro.

Aunque sólo por dos segundos, la escapada triunfó. En su fracasada demolición intervino con de nuevo el Kelme, que rentabilizó en minutos de televisión su empresa. En la persecución no entró el Saeco de Cipollini; su compañero Casagrande necesitará hoy de un equipo fuerte: empieza la montaña.

También Abraham Olano necesitará un equipo fuerte para no repetir el fiasco del Sirino. La etapa de hoy, la que concluye en la subida insólita de Pratonevoso (1.615 metros de altura, 974 metros de desnivel, 11 kilómetros de subida, 8,9% de pendiente media), es más dura que la del sábado pasado. Son previsibles ataques desde el primer puerto, San Bernardo, o el segundo, Casotto, donde los favoritos, aún en un pañuelo, se pondrán a prueba.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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