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Con los pelos de punta

114 estudiantes de peluquería se estrenan en el V Campeonato Nacional celebrado en Móstoles

Como si de la llegada al patíbulo se tratase, los 114 estudiantes de peluquería más aventajados de toda España iban subiendo a la gran plataforma acompañados de sus modelos. Se sentían observados por los más de 3.000 ojos del público que asistió al V Campeonato Nacional de Peluquería, celebrado ayer en el Pabellón Deportivo Villafontana de Móstoles (199.400 habitantes).Y es que todos los concursantes aspiraban a conseguir el primer premio, que les abrirá muchas puertas a la hora de elegir su primer empleo en cualquier centro de estética. Las bases del concurso eran claras: ningún participante debía ser profesional; la fundación Omat, organizadora del concurso, se dedica a potenciar el trabajo de estudiantes de formación profesional o academias reconocidas por Educación.

Sin embargo, nada se decía de la experiencia de las modelos, como Corina Gascón, de Albacete, una rubia de 16 años con ojos celestes y boca de fresón, quien enseguida vio la posibilidad de darse a conocer en Madrid.

Todo eran nervios. Y la pasarela, un remanso de aguas calmadas comparado con la verdadera ebullición que se vivía en los pasillos. "Por favor, un Gelocatil, necesito un calmante", suplicaba Carlos, un estudiante de peluquería de La Coruña. "Me tiemblan las manos; y si no me tranquilizo, el secador se me escurrirá ahí arriba". "Oye, ¿quién me deja un pulverizador de agua, que lo he olvidado en Granada?", interrumpía Mari Carmen, de 18 años. "Es que estoy viendo que aquí hay un nivelazo, y eso impone un montón". "Estoy deseando terminar e irme de juerga con mis primos, que son de Madrid", explicaba.

Cada vez que el presentador reclamaba la presencia de algún grupo, se oía un lamento unánime en los pasillos y el trote atropellado en las escaleras. Eran los nuevos sufridores que debían demostrar encima de la pasarela su habilidad con peine y secador.

Los tres primeros premios, dotados con 50.000, 20.000 y 10.000 pesetas, respectivamente, además de los trofeos del consistorio mostoleño y la Fundación Omat, tenían un significado muy por encima de lo rnaterial.

También se entregó un galardón especial al mejor trabajo técnico, y un Peine de Oro Vallina, valorado en 300.000 pesetas al mejor montaje de fiesta y fantasía.

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