_
_
_
_

Visegrad, el nuevo Sarajevo serbio

Karadzic busca financiación para crear una ciudad para los miles de refugiados que sacó de la capital bosnia

ENVIADO ESPECIAL Visegrad, una de las primeras ciudades bosnias ocupadas por las fuerzas militares serbias al inicio del conflicto, vuelve a tener protagonismo en la posguerra de Bosnia-Herzegovina con la llegada de miles de refugiados serbios que, durante las últimas semanas, abandonaron los barrios de la periferia de Sarajevo. Prefirieron marcharse y formar parte de la última avalancha de desposeídos y desplazados que ha deparado el conflicto balcánico. Las autoridades municipales de Visegrad han aprobado un plan para construir al norte una nueva ciudad para los refugiados, aunque nadie sabe quién y cómo financiará el proyecto.

"Necesitamos renovar nuestra industria para emplear a todos los refugiados que llegan aquí", dice un portavoz municipal. El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) ha anunciado la apertura de una oficina en Visegrad, donde de momento no trabaja organización alguna.

La mayoría de los recién llegados de Sarajevo viven en condiciones más o menos deplorables, según los casos, en centros colectivos, desde escuelas a fábricas o edificios abandonados. Por ejemplo, los grandes barracones de Hidrogranja y Geoizerijering, en el barrio de Nezuci, que albergaron a los trabajadores que hace 20 años construyeron la presa de Visegrad, a la entrada de la ciudad, están hoy repletos de refugiados.

A diferencia de lo ocurrido en anteriores desplazamientos forzados de población, el éxodo serbio de Sarajevo no ha pillado por sorpresa a nadie. Las autoridades de la República Srpska (RS) y, en este caso, de Visegrad, prepararon con tiempo la acogida de los refugiados. Hay pocas dudas de que fue un éxodo orquestado por Radovan Karadzic.

Uno de los trabajadores en un centro de acogida en Visegrad confirmó el plan del Gobierno de la RS de distribución de los refugiados de los barrios serbios de Sarajevo. Los antiguos habitantes de Vogosca y Rajlovac han sido distribuidos en Sokolac, Visegrad y Rogatica; los de llidza, en Trnovo y Trebinje; los de Ilijas y Hadzici, en Bratunac y Zvornik, y los de Grbavica, en Dobrinja, Brcko, Visegrad.

Una llamada asociación para personas desplazadas de Bosnia central ha sido hasta ahora la encargada de dar cobijo a los fugitivos que han ido llegando a la zona de Visegrad. Asegura tener a su cargo 1.500 familias (unas 5.300 personas), aunque ante las dificultades para atender a todos, ha habido refugiados que han buscado por su cuenta acogida en casas particulares o se han instalado en viviendas semidestruidas que pertenecían a familias musulmanas.

Cuna de grandes matanzas

La ciudad alcanzó una siniestra notoriedad en los primeros compases de la guerra de Bosnia por ser el escenario de las primeras matanzas de musulmanes que se prodigaron durante la campaña de limpieza étnica. La paradoja es que los musulmanes de Visegrad, que eran mayoría antes de la guerra, están muertos o son refugiados en Bosnia o en el extranjero, mientras la ciudad del Drina se llena de refugiados serbios.

Slobodan Peric, mecánico, salió de Vogosca el 23 de febrero junto a su mujer y sus dos hijos de 10 y 12 años. Recuerda el frío y la gran cantidad de nieve que había aquellos días. "Fue la peor salida de los barrios de Sarajevo". Contesta sin titubear a la pregunta de por qué se marchó: "Izetbegovic: advirtió que cada uno de nosostros -los serbios-, que decidieran quedarse tendrían que responder por lo que sucedió durante los últimos cuatro años". Conclusión: "Estaría en la cárcel si me hubiera quedado en Vogosca". Y apostilla interesante: "Si hubiera tenido tiempo también hubiera quemado mi casa. Mire lo que sucedió en Mrkonjic Grad -ciudad que ha pasado a manos serbias tras el acuerdo de Dayton y que los croatas saquearon antes de irse-".

En la escuela Vuk Karakzic hay registrados 443 refugiados, de los que Slobodan Peric es su portavoz. Cuatro personas en dos literas se amontonan en habitaciones minúsculas en las que la ropa se mezcla con los alimentos, el hornillo, la cafetera, los juguetes de los niños y los más diversos utensilios. El ambiente es irrespirable en un espacio tan reducido. El responsable del centro explica que la escasez de comida es el mayor problema.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_