¿A quién le interesa la ONU?
Las grandes potencias y los países involucrados en crisis prefieren arreglar Sus problemas sin confiar en la capacidad mediadora de la organización
, Las grandes noticias se producen fuera del famoso edificio rectangular a orillas del río East. Ni en la pacificación de Bosnia, ni en las negociaciones de Oriente Próximo, ni en la democratización de Haití, ni siquiera -después del fiasco de Somalia- en la solución de los conflictos en África, la ONU ha tenido mucho que decir, fuera de resoluciones y declaraciones que no interesaban. Las grandes potencias y los países involucrados en esas crisis han preferido arreglar sus problemas por otras vías, sin confiar en la capacidad mediadora de las Naciones Unidas. En 1992, las Naciones Unidas llegaron a tener 80.000 cascos azules dedicados a misiones de paz en diferentes partes del mundo; hoy sólo tienen 30.000. A la vista de la bancarrota anunciada a mediados de febrero por el actual secretario general, Butros Butros-Gali, la idea de la desaparición de la ONU empieza a sonar mejor que su mantenimiento en las condiciones actuales. "Hasta hace poco hubiera sido inimaginable, pero hoy en día es concebible pensar en que desaparezcan al menos los organismos menos productivos, la Asamblea General y la secretaría general", reconoce un antiguo funcionario. "La ONU vive la crisis más seria que haya conocido jamás", opina el profesor Anthony Arend, experto en Naciones Unidas de la Universidad de Georgetown. El desinterés por la ONU se manifiesta, sobre todo, en el incumplimiento de los pagos. De sus 185 miembros, sólo 30, España entre ellos, han pagado lo que les corresponde de sus contribuciones de 1.996. Las deudas de los Estados miembros ascienden a 2.300 millones de dólares. Estados Unidos, que es el principal contribuyente de la ONU y se queja de que es un organismo excesivamente burocratizado y despilfarrador, debe más de la mitad de esa cantidad, 1.200 millones de dólares."Por supuesto que se puede reducir el tamaño de la ONU, se pueden elinunar algunos organismos, se puede prescindir de una parte de los funcionarios, pero ése no es el problema real. El problema real es la falta de voluntad política de, algunos Estados miembros, especialmente de Estados Unido:s", afirma el embajador de España ante las Naciones Unidas, Juan Antonio Yáñez, un conocedor de esta organización, en la que ya trabajó hace 25 años.
EE UU utilizó la ONU para construir la coalición internacional que intervino en la guerra delGolfo, y ha buscado después la legitimación del Consejo de Seguridad para algunas de sus operadones en otros países, como Haití o el embargo a Irak. Pero, como producto de un fuerte debate interno sobre el papel de esa organización, el Gobierno norteamericano ha marginado a la ONU últimamente y ha insistido en relevar a los cascos azules de misiones importantes, como Bosnia.
La mayona republicana que controla el Congreso norteamericano es ardientemente anti-Naciones Unidas. El principal candidato del Partido Republicano a la presidencia, Bob Dole, se ha sumado a esa corriente. Y el presidente Bill Clinton, preocupado ahora por su reelección, tampoco ha apostado con demasiado énfasis en favor de la ONU.
Los más furibundos nacionalistas quieren que Estados Unidos se retire de la ONU. Los más moderados se conforman con una drástica reducción de la contribución norteamericana.
Antícipán-dose a esta posibilidad, ButrosGalí ha propuesto ya reducir la cuota actual de Estados Unidos, que e5 del 25% para el presupuesto general y 31 % para las operaciones de paz.
El desinterés de Washington por la ONU ha desanimado también a otros miembros, que no le encuentran sentido a dedicar esfuerzos a una olganización internacional sin el respaldo de la primera potencia del mundo.
Con el pretexto de las deudas norteamericanas, otros países con menos recursos económicos retrasan sus pagos por años. Los dos países que siguen a Estados Unidos como principales contribuyentes, Japón y Alemania, tampoco se sienten estimulados a pagar, porque ni siquiera son miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Ninguno de los dos ha satisfecho aún sus contribuciones de 1996.
Rusia y China, que sí son miembros con derecho de veto, sólo tienen interés en la ONU para evitar que ésta se meta en sus problemas. Para todo lo demás suelen ser sujetos pasivos. La Unión Europea (UE) y algunos medios progresistas en Estados Unidos han iniciado esfuerzos por salvar la ONU. La UE ha presentado propuestas de una nueva escala de cuotas y de un nuevo sistema de incentivos y sanciones para evitar la suspensión de pagos.
Una forma de potenciar la ONU sería elegir a un secretario general con personalidad y capacidad de liderazgo. Butros-Gali, que ha decepcionado a casi todos, termina su primer mandato este año, y aunque la tradición obliga reelegirlo para otros cuatro años, han surgido en Nueva York especulaciones sobre posibles susitutos.
EE UU, que ha tenido malas relaciones con Gali desde un comienzo, podría también estar interesado en su sustitución, pero no precisamente por una figura de más relieve, sino por un buen administrador que ponga orden en las finanzas, aplique un plan de ajuste y deje la gran política en manos de los Estados miembros.
Gali ha colocado ya a varios norteamericanos en puestos claves, en lo que algunos interpretan como un gesto para ganar la confianza de Washington. Eso
podría ser suficiente para que se quede en el cargo, simplemente -una vez más-
porque ni Estados Unidos ni ningún otro país tienen suficiente interés para pelear por un puesto cuya importancia y futuro, como el de toda la ONU, están seriamente en duda.
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