_
_
_
_

Entre Unprofor y Somalia

Ramón Lobo

Después de tres años y diez meses de guerra en Bosnia-Herzegovina se puede afirmar sin error que nada sucede por casualidad en el bando serbio. El secuestro de 16 bosnios no es, pues, un accidente o una acción aislada, sino que se trata del primer paso de una estrategia harto conocida, empleada con éxito contra las tropas de la ONU: un paso adelante y uno atrás, pero con avances que la paciencia trastoca en ganancias de postín.El secuestro de ciudadanos bosnios a su paso por un barrio de Sarajevo, bajo control militar serbio hasta el 20 de enero, pero sometido ya a la libertad de movimiento que emana de Dayton, es una calculadísima provocación tendente a medir la temperatura política, inspeccionar las múltiples grietas del acuerdo de paz y poner a prueba las ínfulas de los afamados almirantes y generales de la poderosa OTAN.

Más información
El alto representante internacional en Bosnia, "muy preocupado" por el suceso
Los serbios se niegan a poner en libertad a los secuestrados y anuncian que serán juzgados

La respuesta inicial de lfor a esta crisis es desalentadora. Calca las muy desafortunadas y reiteradas de Unprofor, las que socavaron su misión. El "no sabemos nada" o "está fuera de nuestro mandato" son las réplicas soñadas por Radovan Karadzic y los suyos, pues revelan. falta de decisión y un carácter timorato a la hora de emplear la fuerza. Sería grotesco que lfor, con casi el triple de tropas que Unprofor, modernísimas armas y un mandato que le permite respuestas contundentes, se empantanara en las aguas de la incompetencia que ahogaron a la ONU. Esto no sería muy de extrañar, pues al fin y al cabo tanto Unprofor como lfor dependen de los mismos centros de indecisión que tardaron casi cuatro años y 200.000 muertos en reaccionar ante la barbarie balcánica.

Año electoral en EE UU

A la parálisis de Unprofor se le enfrenta en el otro extremo el modelo rambo ejercido en Somalia y que degeneró en un humillante abandono de la misión. Un gatillo fácil en Bosnia, una reacción excesiva a una provocación concreta, rompería el inicial consenso de respeto a las tropas de la OTAN y multiplicaría las acciones de hostilidad. Tanto los mandos de Ifor como los serbios saben que la actual misión depende del soporte político, militar y económico de la Administración de Clinton, justo en un año en que ésta se enfrenta al control electoral. Una tentación demasiado fuerte para los estrategas de la tensión.Para el presunto criminal Karadzic, y el ahora admirado pacificador Slobodan Milosevic, Bosnia, y los Balcanes en general, son un gran tablero de ajedrez sobre el que aparentemente se juega al póquer. Un teatro de 64 casillas en el que Pale y Belgrado se reparten los papeles de buenos y malos, pero sobre el que practican el mismo envite bravucón. Ifor hará mal en acudir a esta partida con las mismas cartas de Unprofor, pues están marcadas por la más irritante torpeza.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_