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El saqueo convierte la capital de la Krajina en una ciudad fantasma

Knin, desierta y en ruinas, refleja la dureza del ataque croata

El saqueo ha sido masivo en la capital de la Krajina, la región secesionista de los serbios de Croacia. De los edificios abandonados apresuradamente parecía desprenderse una podredumbre que se extendía por una ciudad fantasma donde. sólo los soldados croatas se atrevían a sonreír.Entre el eco de las ráfagas de fusiles automáticos y el incesante sobrevuelo -de helicópteros, Knin cumplía ayer su segundo día en manos del Ejército de Zagreb, y sólo entonces permitió la entrada a los periodistas extranjeros.

Resultaba imposible confirmar la intensidad de los daños causados por los bombardeos de la artillería croata el pasado fin de semana en Knin. Se observaban decenas de vehículos convertidos en un amasijo de hierros y algunas viviendas presentaban impactos directos de proyectiles. Y la mitad de los cristales habían saltado por los aires. En las restringidas áreas visitadas ayer, varias casas aún seguían ardiendo y la humareda contribuía a hacer todavía más insoportable el hedor que desprenden las ciudades recién conquistadas.

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La fulminante ofensiva del Ejército de Croacia, que ha permitido recuperar en tres días la Krajina perdida cuatro -años antes, ha provocado el mayor éxodo de civiles registrado en las guerras de la antigua Yugoslavia. Unos 150.000 serbios, según fuentes de la ONU, se agolpan en carreteras y caminos que conducen al territorio controlado por sus hermanos de Bosnia. Una de estas caravanas fue ametrallada ayer por dos aviones croatas Mig 21 al suroeste de Banja Luka, en el norte de Bosnia, causando cinco muertos, entre ellos una niña, asegura un enviado de la agencia France Presse que presenció el incidente.

Más información en las páginas 3 y 4

Refugiados ocultos

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Los habitantes de Knin prefirieron el exilio

En esa misma encrucijada de calles y alamedas un hombre y una mujer que circulaban a bordo de un todoterreno blanco marcado -con las siglas de Comité Internacional de la Cruz Roja, evitaban facilitar. informaciones sobre la situación humanitaria en la ciudad. "No podemos comentar nada", explicaban embutidos en, un casco y un chaleco antibalas azules. "Pero sí, aún quedan muchos refugiados ocultos en la sede de la ONU en Knin", admitían atemorizados mientras observaban con espanto los movimientos del fusil del gigante vestido de camuflaje y con boina roja.Apenas unos pocos civiles se atrevian a asomarse a las ventanas, aunque la llegada de los informadores extranjeros hizo que, al menos una mujer saliera a la calle para explicar su propia tragedia. Tomando a su hijo por los hombros,. aseguraba que estaba casada con un croata que había tenido que huir de la ciudad en 1991 tras la secesión de la Krajina. "Ahora sólo estamos esperando a que vuelva lo antes posible, pero nadie nos preguntó entonces si querían que nos separáramos, ni tampoco han venido a preguntárnoslo ahora"., afirmaba con indignación.

Sin electricidad ni teléfono, la ciudad tomada por los croatas el pasado sábado es una trágica imagen de la desolación. Los observadores de la Unión Europea en Knin aseguran. que, todavía en la mañana de ayer, doce horas antes de abrirse a la prensa la ciudad capturada, seguían confinados en su cuartel los cascos azules, junto con centenares de refugiados civiles. "Los croatas han podido limpiar las calles de cadáveres antes de permitir la entrada de los organismos internacionales en Knin", aseguraban representantes europeos en Croacia.

Mitos de la cruzada croata

Vrlika, un villorrio situado 25 kilómetros al suroeste de Knin, se ha convertido en un centro destacado en las peregrinacio-, nes de la cruzada de liberación del territorio serbio de Croacia. «El cristo mutilado de la iglesia católica de San Francisco perpetúa la maldad y la irreverencia de los serbios, según los responsables del siervicio de información militar croata, que organizaron ayer la visita guiada de los periodistas extranjeros a Knin.También era posible observar allí mismo los cristales rotos,de botellas de alcohol, esparcidos por todas partes, junto con soldados que asaban corderos ala espalda cerca de las ruinas dé casas incendiadas, ya no se sabe si en 1991, cuando los serbios eran los agresores, o el pasado fin de semana, durante la ofensiva relámpago del ejército croata. Pero lo que es cierto es que el fuego marcaba la religión nacional- de los inquilinos.

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