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La responsable de ayuda al desarrollo, involucrada en una reyerta en Caracas

La responsable de la cooperación española al desarrollo, Ana María Ruiz-Tagle, y su marido, Rafael Escuredo, ex presidente de la Junta de Andalucía, se vieron involucrados el pasado día 19 en un incidente en el aeropuerto de Maiquetia (Caracas) en el que resultaron golpeados dos empleados de las líneas aéreas venezolanas (VIASA). Como consecuencia de la trifulca, el grupo de españoles fue retenido por la policía, según fuentes diplomáticas.

, Ana María Ruiz-Tagle, presidenta de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI), reconoció que la pérdida de una conexión con un vuelo de VIASA a Madrid provocó una bronca en el aeropuerto caraqueño, a donde habían llegado en tránsito, porque la compañía venezolana les propuso una ruta alternativa que retrasaba excesivamente su regreso.La presidenta de la AECI, su marido, Rafael Escuredo, y dos amigos suyos apellidados Rivera y Echeverri, llegaron el miércoles pasado a Caracas, con varias horas de retraso, en el vuelo de VIASA 977 procedente de La Habana, donde habían pasado sus vacaciones de Semana Santa.

La demora era achacable a un problema técnico del aparato. Aunque la compañía, participada por Iberia, les prometió que su vuelo 740 con destino a Madrid les esperaría, descubrieron tras aterrizar que el avión ya había despegado a su hora (18.30) rumbo a España.

VIASA les propuso entonces viajar a Madrid al día siguiente vía Lisboa, saliendo a las 19.20 y llegando el viernes 21, poco después de las tres de la tarde. Los cuatro pasajeros insistieron, en cambio, en salir el jueves por la mañana de Caracas a Bogotá y allí enlazar con el vuelo 6.600 de Iberia, que les dejaría en Barajas a las 7.35 del viernes.

Llegar a las manos

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El empleado de VIASA que atendió al grupo se resistió a ofrecerles esta opción, porque el vuelo de Iberia estaba completo. El tono de la discusión subió hasta que dos de los acompañantes masculinos de Ruiz-Tagle golpearon a su interlocutor. Acudió entonces al mostrador el supervisor de la compañía, con el que la controversia fue igualmente virulenta y de nuevo los mismos viajeros llegaron a las manos con el agente de VIASA.

Los gritos llamaron la atención de miembros de la Guardia Nacional y de la DISIP, otra fuerza de seguridad venezolana, quienes pidieron calma a los españoles, mientras les conducían a unas dependencias aeroportuarías. Ruiz-Tagle explicó entonces el cargo que desempeñaba en España y pidió hablar con el embajador, Aurelio Pérez Giralda, al que llamó por teléfono a su residencia. El miércoles 19 era festivo en Venezuela.

La presidenta de la AECI, organismo dependiente de Asuntos Exteriores, pidió al embajador que hablase con la policía del aeropuerto y con algún ejecutivo de VIASA para que le ayudase a organizar su regreso a Madrid. A los pocos minutos le llamó el vicepresidente de la compañía, el español Antonio Atencia, quien dio intrucciones para que pudiesen volver vía Bogotá y en clase preferente, a pesar de que poseían billetes de clase turista. Para ello fue necesario sacar a cuatro pasajeros del vuelo Bogotá-Madrid y buscarles una, ruta alternativa.

Tras la intervención del embajador, la policía dejó en libertad al grupo español, aunque ha elaborado un informe sobre el incidente, como también lo ha hecho VIASA. "Hubo tal escándalo que, si no llega a intervenir Pérez Giralda, la policía les hubiese detenido", comentó un diplomático. -

Ruiz-Tagle desmintió a EL PAÍS que en ningún momento se produjese la más mínima violencia física. Los gritos e insultos, explica, fueron proferidos ante las puertas de las dependencias policiales, motivo por el cual salieron algunos agentes, que no retuvieron a ningún pasajero.

Reconoció que se puso en contacto con el embajador y que éste solicitó al vicepresidente de VIASA que la llamase al aeropuerto, lo que hizo inmediatamente. A Atencia le pidió, según explicó, no sólo su ayuda para regresar a Madrid por una, ruta más adecuada, sino que la sala de espera del aeropuerto para los viajeros de primera clase y clase preferente fuese abierta a los cubanos que llegaron con ella de La Habana y que, a pesar de haber perdido su conexión a Madrid, no podían alojarse en los hoteles próximos por carecer de visado venezolano que les permitiese pasar el control policial.

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