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Oiga, ¿para Valdilecha?

El pueblo no aparece en las indicaciones de carretera y los turistas pasan de largo

Vicente González Olaya

VICENTE G. OLAYA.El pasado noviembre todo estaba preparado en el cementerio de Valdilecha (1.800 habitantes). La tumba abierta, los vecinos y el párroco repasando sus oraciones. Sólo había un problema: el coche fúnebre que debía trasladar el cadáver no llegaba. De pronto, alguien cayó en la cuenta: "¡Otro que se ha perdido!". Un grupo de vecinos rastreó la zona. Encontraron el vehículo fúnebre en Villarejo de Salvanés (5.200 habitantes), un municipio situado a unos 15 kilómetros. El conductor llevaba una hora preguntando: "Oiga, ¿para Valdilecha?".

Valdilecha es un pueblo blanco y limpio, situado a 38 kilómetros al este de Madrid. Su problema: en la carretera no existe ningún indicador que señale su camino. Valdilecha cuenta con una iglesia mudéjar, una ermita del siglo XVI, un frondoso pinar y varias bodegas dedicadas a la crianza del vino de Madrid. Los vecinos viven principalmente del comercio y el turismo. La N-III atraviesa el término municipal y pasa a sólo ocho kilómetros de su casco urbano.Cuando hace dos años el Mi nisterio de Obras Públicas inauguró este tramo de la autovía, Valdilecha estalló, de júbilo. El Ayuntamiento copró las tierras adyacentes a la autovía con el fin de que el ministerio construyera un acceso directo al pueblo. El al calde, José María Sánchez, del PSOE, relata: "Sin embargo, nos rechazaron el proyecto. Nos ex trañó, pero no le dimos más importancia. Si señalizaban bien la autovía, los turistas seguirían llegando al pueblo".

Pero algo falló. El número de visitantes, de repente, cayó en pi cado. Cada vez era más frecuente encontrar personas por las carreteras cercanas preguntando cómo llegar a Valdilecha. Hasta dos coches fúnebres se perdieron. "No entendíamos lo que pasaba hasta que nos dimos cuenta de que no aparecíamos en ninguna señal de la autovía".

El Ayuntamiento envió entonces escritos al ministerio y a la comunidad para que solucionasen el error. Sin embargo, la deseada respuesta no llegaba. Sánchez, harto, se presentó en el ministerio. "Me entrevisté con un alto cargo que me escuchó con atención. Al final, me dijo: 'Tiene usted la razón, pero no puedo hacer nadia'. No me dio más explicaciones", rememora enfadado.

El Ayuntamiento entregó el pasado martes un ultimátum, acompañado de 600 firmas de vecinos, al ministerio, al consejero de Transportes y al presidente de la Comunidad de Madrid. En él se lee que si en el plazo de un mes no se da una solución a su problema, "Ios vecinos colocarán la señalización por sus propios medios". Y el alcalde añade: "Y que luego nadie se lamente. Cualquier día cortamos la carretera".

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Sobre la firma

Vicente González Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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