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Entrevista:

"La Iglesía es el autoritarismo absoluto"

Eugen Drewermann (1940) es sacerdote católico, pero la jerarquía le prohíbe decir misa desde que en 1991 vendió 300.000 ejemplares de Clérigos, que el pasado miércoles presentó en Madrid (Editorial Trotta). Pacifista y antiautoritario, el teólogo Drewermann acusa a la jerarquía de la Iglesia de formar un funcionariado -el clero- psíquicamente reprimido y cobarde y servil en la práctica.Pregunta. ¿Por qué la Iglesia, a su juicio, fabrica neuróticos?

Respuesta. Porque despoja a sus hombres del miedo y la angustia necesarios para ser individuos libres, y les sitúa bajo una institución que se proclama infalible. Enseña a sus hombres a no descubrirse a sí mismos ni a los demás. Es una institución autoritaria, centralista y, como toda dictadura, basada en fomentar la represión de la sexualidad. En términos psicoanalíticos, es un superego que suprime el yo. Crea un abismo de desconfianza y de miedo dentro de los individuos, es decir, una neurosis, con terror al cuerpo, a la mujer, a la felicidad.

P. El obispo de Evreux (Francia), Jacques Gaillot, acaba de ser destituido por el Papa. Usted, como muchos otros católicos europeos, ha pedido que el Papa dimita por estos gestos.

R. El Papa no ha destituido a Gaillot por decir, por ejemplo, que un homosexual puede decir misa, sino por apoyar, como yo también lo hago, la lucha contra el rearme nuclear, contra la expulsión de quienes solicitan asilo, contra la opresión del Tercer Mundo. La Iglesia es un régimen de autoritarismo absoluto que ni siquiera puede asumir aún la filosofía de la Ilustración del siglo XVIII. La Iglesia no es católica, universal, pero sí es romana. En 1993 el catecismo oficial justifica la pena de muerte y prohíbe el control racional de la natalidad. En la reciente conferencia de El Cairo, el Estado vaticano siguió oponiéndose a ese control. La Iglesia nunca ha vetado el rearme nuclear, y siempre ha estado con los poderosos. Roma habla del mensaje de Cristo, pero sólo es un Estado autoritario.P. Su análisis del funcionario reprimido y obediente no parece sólo pertinente a la hora de hablar de la Iglesia.

R. Hay un proverbio francés que dice: "La mediocridad funda la autoridad". Cuanto menos libres son las personas, más surgen funcionarios serviles y espíritus prestos a someterse a órdenes infalibles. Es la raíz del fascismo. Un funcionario que no valore por encima de todo a las personas, sino la función que desempeñan, es peligroso. Yo no aspiro a cambiar el sistema burocrático de la Iglesia o de otra institución, sino a que las personas sean más libres en nombre de Cristo.

P. ¿El sacerdocio femenino o la supresión del celibato cambiarían las cosas?

R. Mire usted, no tengo esperanzas en que haya mujeres sacerdotes en la Iglesia católica, porque Roma teme las muchas cosas que cambiarían. Con las mujeres en pie de igualdad, no se reprimiría el amor, se liberaría, y la felicidad brotaría en vez de es tar prohibida. Históricamente, las sacerdotisas estaban al servicio de de los ritos de fertilidad, con sus bailes, canciones, sentimientos, colores. Ahora hay que aspirar a que las mujeres lleguen al sacerdocio en plena igualdad con los hombres.

P. Tengo entendido que en su libro Desciendo al barco del sol plantea un debate: la inmortalidad de los animales. R. A mí me parecería muy aburrido y triste un más allá sin animales. Todos estos temas es tán unidos: la Iglesia separa a hombres y animales, la moral de las instituciones, al hombre de la mujer, a clérigos de fieles, a Dios del alma. Todo es tremendamente destructivo.

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