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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Mesa congelada

POR SEGUNDA vez en lo que va de año, los partidos vascos agrupados en la Mesa de Ajuria Enea han decidido congelar cualquier iniciativa conjunta de acercamiento hacia el mundo radical. Hace un mes, los contenidos del comunicado de ETA asumiendo la responsabilidad del asesinato del dirigente local del Partido Popular, Gregorio Ordóñez, y las declaraciones no menos agresivas de los más significados jefes actuales de Herri Batasuna -que coinciden con los de la Coordinadora KAS- aconsejaron no insistir de momento en esa vía.La nueva reunión, celebrada el miércoles en Vitoria, ha permitido avanzar en un diagnóstico común de la situación del mundo del radicalismo, pero no en la estrategia a seguir en relación a ese campo. De todas formas, los asistentes se han comprometido a no descalificar de entrada iniciativas que pudieran surgir de alguno de los partidos en particular. También, a respetar la actitud de quienes sostienen que el aislamiento de los violentos es todavía la mejor estrategia.

Desde la anterior reunión, a comienzos de febrero, el principal acontecimiento registrado en el mundo del nacionalismo radical ha sido la culminación del debate interno producido durante los últimos meses en HB. La existencia de una ponencia que planteaba un distanciamiento respecto a ETA y la estrategia de la violencia alimentó la esperanza de los sectores del PNV y Eusko Alkartasuna que aseguraban que algo se estaba moviendo en ese campo. Los resultados no avalaron esa impresión porque los críticos sólo obtuvieron el apoyo del 16% de los militantes. No obstante, una encuesta del Gobierno vasco cuyos resultados fueron comunicados a los partidos en la misma reunión del miércoles indica que dos tercios de los votantes de HB están en contra del asesinato de Ordóñez. Ello fue presentado como la prueba del creciente distanciamiento de las bases de HB respecto a la estrategia violenta: ha bastado que algunos concejales y otros miembros conocidos se atrevieran a discrepar de esa acción en concreto de ETA para que muchos más discrepen.

Ello es en parte cierto, pero la experiencia aconseja desconfiar de interpretaciones optimistas. Desde hace años, en torno al 40% de los votantes de HB dicen ser partidarios de que ETA abandone las armas; pero el hecho de que sigan votando a sabiendas de que ETA va a interpretar sus votos como una invitación a seguir matando hace dudar de que sea algo más que un intento de tranquilizar la propia conciencia. Establecer una distinción entre asesinatos dignos de apoyo y otros que no lo son es una mera argucia autotranquilizadora.

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Los partidos nacionalistas democráticos tienen puestas sus esperanzas en el proceso de paz en Irlanda del Norte. Representantes de Eusko Alkartasuna (EA) coincidieron con los de HB en el congreso del Sinn Fein celebrado el pasado fin de semana en Dublín. Ambos partidos coinciden en que el problema de ETA es político y requiere, por tanto, una solución " política; sin embargo, el representante de EA declaró a su regreso que lo que demuestra la experiencia irlandesa es que "en ningún caso la lucha armada obtendrá objetivos políticos", y que la comprensión de esa realidad por parte del IRA era el factor que había permitido el proceso actual. En otro contexto -el debate con un dirigente de HB en posiciones críticas-, el senador socialista Mario Onaindía sostuvo recientemente que el IRA había ganado más con un año de tregua que con 30 de violencia.

La diferencia está en que PNV y EA consideran que la experiencia irlandesa aconseja abrir cauces de diálogo con HB para canalizar la incipiente: disidencia en favor de la tregua, mientras el PP y, con matices, el PSE-PSOE piensan que cualquier acercamiento no precedido de la ruptura de HB con ETA refuerza las posiciones de los más intransigentes: los que sostienen que es la persistencia de la violencia lo. que obliga a negociar a los partidos democráticos. Ese debate existe desde hace tiempo en la sociedad vasca. Lo preocupante es que la frontera que separa ambas posiciones tiende cada vez más a ser la misma que se para a nacionalistas de no nacionalistas; algo que el Pacto de Ajuria Enea trataba de evitar, y evitó durante años.

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