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La mayoría republicana comienza a legislar para su futuro presidente

Antonio Caño

La Cámara de Representantes de Estados Unidos, la cabina de mandos desde la que opera el republicano Newt Gingrich, dio el lunes a Ronald Reagan su mejor regalo de cumpleaños, el arma con la que este icono conservador soñó siempre durante sus años en la Casa Blanca: una ley que concede al presidente poderes para vetar gastos específicos propuestos por el Congreso sin necesidad de bloquear el presupuesto completo. Este instrumento, aún pendiente de la aprobación del Senado, no le será muy útil a Bill Clinton, pero su efecto puede ser letal en manos de un republicano enemigo de los programas sociales y de la ayuda exterior.

La ley, que está incluida en la plataforma republicana Contrato con América, se llama en inglés Line-Item Veto, cuya traducción sería algo así como "Veto línea a línea". Fue aprobada el lunes por la noche por 294 votos a favor y 134'en contra. Setenta y un demócratas votaron a favor de la medida que el presidente Bill Clinton apoya porque, en teoría, incrementa sus poderes.Superficialmente contempla' da, se trata de un insólito regalo, a la Casa Blanca: un Congreso controlado por los republicanos le da a un presidente demócrata derecho a vetar sus propias decisiones. Pero eso no es más que la superficie. La iniciativa, en realidad, tiene un alcance mayor.

Transformar Washington

Su propósito es el de equilibrar el presupuesto y acabar con el déficit público, una obsesión republicana, y'e1 objetivo último es el de modificar la forma en que opera Washington. Está pensada, fundamentalmente, para el momento en que sea elegido un presidente republicano.

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Bill Clinton ha anunciado que puede utilizarla para el presupuesto que el mismo lunes propuso al Congreso. Pero lo más probable es que ese presupuesto salga del Capitolio con los gastos públicos tan recortados que la preocupación de Clinton no a va ser cómo recortar más sino cómo financiar sus propias reformas. ¿Qué gastos puede querer reducir Clinton u otra presidente demócrata a un Congreso republicano? Muy pocos. Gastos militares, tal vez, y algún que otro programa de segunda fila.

En cambio, ¿en qué va a corregir un presidente republicano los gastos propuestos por un Congreso demócrata? En la reforma sanitaria, en la seguridad social, en la beneficencia pública (we1fare), en la investigación sobre el sida, en las subvenciones a la cultura y a la televisión pública, en las clínicas que practican abortos o en la ayuda a Rusia, por citar sólo casos que han sido polémicos en los últimos meses.

Si los ex presidentes Ronald Reagan o George Bush hubieran dispuesto del poder para impedir gastos de ese tipo, no habrían tenido que vetar el presupuesto completo, lo que daba una sensación de bloqueo y desgobierno que, en último caso, perjudicaba al presidente. -

Por esa razón la decisión de la Cámara de Representantes fue tan festajada en la celebración del 840 cumpleaños de Reagan, a la que no asistió el propio ex presidente, aquejado de la enfermedad de Alzheimer, pero en la que estaba su vieja aliada en el anticomunismo, la ex primera ministro británica Margaret Thatcher, y sus nuevos delfines, Newt Gingrich, Bob Dole y Phil Gramm. Este último, senador por Tejas y precandidato republicano a la presidencia, dijo que la gestión de Reagan, había "cambiado la vida de cada una de las personas sobre el planeta".

Gingrich, una vez más, fue la estrella. El presidente de la Cámara de Representantes soñó en voz alta "qué hubiera ocurrido si, con todo lo que se ha hecho en estas cinco semanas, hubiera habido un presidente que comprendiera y ayudase" a las reformas republicanas; cómo hubiera resultado, vino a decir la combinación Reagan-Gingrich. Dole pronosticó que, dentro de dos años, será la asociación de alumnos del ex presidente Clinton la que se reúna en Washington, pero no para celebrar sus logros, sino para "pasar revista a todo lo que hicieron mal.

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