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Musulmanes o integristas

El autor analiza las distintas interpretaciones del islam y la utilización política que pretenden de él los grupos extremistas antioccidentales

Tahar Ben Jelloun

Del 13 al 15 de diciembre, Marruecos albergará una cumbre islámica. No es la primera vez que este país ofrece su hospitalidad a los representantes del islam del mundo para que analicen los problemas a que se enfrentan diariamente al menos 1.000 millones de personas. Será una cumbre islámica y no islamista. Por otra parte, ¿veremos a los militantes de esa corriente extremista que tanto da que hablar en Egipto, Sudán y Argelia?Marruecos es un país que fue islamizado en el siglo IX y que siempre ha seguido el rito malaquita, que es el rito más equilibrado y moderado del islam suní. Esto no impide la existencia de cofradías que tienen su propia interpretación de la manera de practicar esta religión. Siempre han coexistido con el islam mayoritario y oficial.

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El rey de Marruecos es descendiente del profeta y tiene el título de Comendador de los Creyentes (Emir El Mouminine), lo que le sitúa por encima de particularismos y garantiza a los ciudadanos la defensa y protección de los valores islámicos. En este sentido, el rey Hassan II reaccionó ante la revolución iraní, en la cual, en nombre del islam shií, se reprimió y ejecutó a todos aquellos que no gustaban al nuevo régimen de los ayatolás. Hay que señalar una diferencia importante: el islam ortodoxo, suní, que representa a cerca de un 90% de los musulmanes del mundo, no reconoce intermediarios jerárquicos entre Alá y los creyentes. En el islam no hay sacerdocio. Así pues, el sistema de los ayatolás es un sistema político de carácter religioso que no se inscribe en la tradición del profeta Mahoma. En torno al profeta había compañeros, no clérigos. Todos los musulmanes son iguales ante Dios. Sólo la excelencia y la fuerza de la fe los distinguen.

¿De qué van a hablar estas personalidades en Casablanca? Es probable que los problemas de fondo se aborden. entre bastidores. El islamismo armado es uno de ellos. ¿Cómo detener su avance? ¿Cómo impedir que el islam sea manipulado por ideologías totalitarias? ¿Cómo hacer para que no haya confusión entre islam e integrismo? ¿Qué hacer para unificar a los musulmanes, puesto que esta religión es ante todo comunitaria (se dice Umma Islamia, que quiere decir Nación Musulmana)?

Probablemente, se tratará la cuestión de Jerusalén, tercer lugar santo del islam después de la Meca y Medina. A los musulmanes les gustaría mantener en Jerusalén un estatuto internacional que garantice el ejercicio de la fe de las tres religiones monoteístas. Es una cuestión política muy delicada. Israel se muestra reacio cada vez que se menciona el estatuto de Jerusalén en las negociaciones palestino-israelíes. Hassan está en una posición especialmente buena para negociar el futuro de estos lugares santos. Es presidente del Comité Al Qods (Jerusalén) y, en calidad de Comendador de los Creyentes, defiende el derecho de los musulmanes de ir a Jerusalén a orar. Además de sus excelentes relaciones con Rabin y Peres, su papel desde hace casi 20 años en la preparación del diálogo y de la paz entre Israel y los árabes le da legitimidad y credibilidad en la defensa de esta causa.

Queda el problema más grave y más dificil, de resolver, el del integrismo armado. Todo el mundo coincide: no es una oposición religiosa, sino política. Tanto los integristas de Egipto como los de Argelia quieren hacerse con el poder para instaurar una sociedad cerrada y, sobre todo, opuesta a Occidente y sus valores. Desde la guerra del Golfo, el sentimiento antioccidental está cada vez más extendido entre las poblaciones pobres del mundo árabe y musulmán. La manera en que las grandes potencias se unieron contra Irak no ha hecho más que acentuar el rechazo y el odio hacia Occidente, que acudió en ayuda de las monarquías del petróleo para salvaguardar así sus intereses. Además, estas monarquías no son ni el modelo de democracia que tanto gusta a Occidente ni defensoras de los derechos humanos. El islam será el recurso simbólico para rechazar a este Occidente. Será el refugio de los valores tradicionales. Algunos políticos se darán cuenta de que a través de la retórica religiosa conseguirán atraer a las masas y derribar a los Gobiernos.

Sin embargo, se plantea una pregunta (¿pero quién tendrá el valor de formularla en el transcurso de la cumbre?): ¿por qué países como Arabia Saudí u otras monarquías del Golfo financian en secreto movimientos islamistas cuya meta confesada es desestabilizar a los Gobiernos de sus países? Que lo haga Irán, incluso abiertamente a veces, forma parte de una estrategia para exportar la revolución, islamista. Pero es ilógico que los países árabes ricos permitan el avance de la protesta islamista en países pobres.

Mauritania, uno de los Estados más pobres del norte de África, es una república islámica que, pese al hecho de haber introducido la sharia en su Constitución, no se ha transformado en un país integrista. Recientemente, se ha descubierto que se han desarrollado varios movimientos y asociaciones benéficas. El Gobierno ha llegado incluso a detener a militantes armados.

La situación geográfica de este inmenso país (su superficie es el doble que la de Francia) le da una importancia estratégica para los integristas, que podrían utilizarlo como base de retaguardia. En efecto, Mauritania tiene fronteras con Argelia, Marruecos y Malí. Este país tiene motivos para sentirse inquieto y probablemente aprovechará esta cumbre para afirmar su apego al islam moderado y para protegerse del integrismo que amenaza sus fronteras.

La cumbre será importante, puesto que está en juego el destino de varios pueblos. De momento, lo que prevalece es la violencia. Puede que haya alguien en estas delegaciones lo bastante sabio y también lo bastante rico como para detener las matanzas entre musulmanes. Puede que una voz se alce para recordar que todos los días mueren musulmanes en Bosnia ante la impotencia de la ONU y de los europeos. Los marroquíes esperan que ésta sea la cumbre de la fraternidad y la solidaridad recuperadas. ¡Siempre se puede soñar!

Ben Jelloun es escritor marroquí, premio Goncourt de novela en 1987.

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