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Una proposición envenenada

La proposición 187 será presentada ante los electores de California el próximo mes de noviembre. De ser aprobada, significaría el fin de la asistencia pública, el cuidado médico o la educación pública para los trabajadores indocumentados y sus hijos.Es una proposición aberrante: legal, financiera, médica, social, política, humana e internacionalmente aberrante.

Legalmente. Porque se opone a la Constitución de Estados Unidos, violando flagrantemente la decisión Pyler contra Doe de la Corte Suprema, que en 1982 sentó jurisprudencia, otorgándole a los hijos de los indocumentados el derecho a la educación pública.

Si la proposición es aprobada, inmediatamente será veda(la por los tribunales. El gobernador Pete Wilson, alma de esta proposición racista e intolerable, lo sabe muy bien. A él, sin embargo, sólo le interesa inflamar el sentimiento antimigratorio de aquí a noviembre para ganar la reelección. Sabe perfectamente que, en este renglón, su proposición serviría para promover el tráfico ilegal de documentos: habrá millones de niños con certificados de nacimiento, falsos.

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Financieramente. Porque los Costes de la educación dada a los hijos de in migrantes asciende actualmente,a I.20Qmillones (le dólares anualmente. Pero de ser aprobada la proposición de Pete Wilson, entraría en con clicto con una multitud de leyes federales de ayuda a la educa ción que despejarían a California de 15.400 millones de dólares al año.

Por otra parte, los trabaja(lores indocumentados rara vez tienen acceso a los programas de asistencia, en tanto que, anual y nacionalmente -gastan 29.000 millones más en impuestos que en servicios. Sólo en California gastan anualmente 12.000 millones más en impuestos que en servicios.

Médicamente. Porque si niega los cuidados preventivos , el Estado acabará pagando muchísimo más en servicios de emergencia .Evitaría el coste de inmunizaciopnes solo para incurrir en el de las amenazas a la salud pública.

Socialmente. Porque se muestra ciega ante la motivación esencial del trabajador inmigrante, que llega buscando empleo, no asistencia o educación. Pete Wilson está ofreciendo la solución Oliver Twist: que los niños se vayan a las calles a robar y a amotinarse. El gobernador de California es un Fagin rubio y con sonrisa colgate.

Políticamente. Porque convierte a los maestros de escuela, trabajadores sociales y asistentes médicos en agentes del Servicio de Migración y en informadores políticos. California sería un Estado de soplones y racistas: bastarían las características físicas de un niño o de sus padres para hacerle objeto de discriminación inmediata.

Humanamente. Porque en vez de resolver los problemas de trabajadores y empleadores la proposición victimiza a la infancia.

Internacionalmente. Porque envenena las relaciones con México. Es paradójico que, al entrar en efecto el Tratado de Libre Comercio con su promesa de un libre flujo de bienes y servicios, California se empeñe en levantar el muro de Berlín de las Américas.

John Kenneth Galbraith advirtió lo siguiente en su clásico estudio sobre la naturaleza de la pobreza de 1978. "Si todos los ilegales tuviesen que regresar súbitamente a sus países, el efecto sobre la economía de Estados Unidos sería punto menos que desastroso... El precio de la alimentación subiría espectacularmente. Los mexicanos quieren venir a Estados Unidos; Estados Unidos los necesita y su trabajo aumenta visiblemente nuestro bienestar...".

México contribuye a la economía de Estados Unidos no sólo con mano de obra, sino con importaciones por valor de más de mil millones de dólares al año sólo del Estado de California, y desde toda la unión americana, por un monto de 42.000 millones de dólares anuales. Más le convendría a California identificar las causas de su recesión -el fin de la guerra fría, el cierre de industrias de defensa, la falta de programas de entrenamiento de trabajadores- que convertir en chivos expiatorios a los trabajadores mexicanos, envenenando de paso la relación bilateral entre México y Washington.

México puede responder. Imaginemos un boicot a las importaciones desde California o una huelga de brazos caídos de los trabajadores mexicanos en California que durase un día, una semana o un mes...

Normalmente, las respuestas airadas saldrían sobrando. La migración desde Mariel de 125.000 cubanos poco califica dos no tuvo impacto ' alguno so bre el empleo o los salarios norteamericanos porque las economías locales afectadas estaban en expansión y porque la fuerza laboral de Estados Unidos es de tal manera móvil que disipa ve lozmente el impacto de la oferta excesiva sobre las condiciones locales de trabajo.

Si Pete Wilson fuese un gobernador competente, fomentaría todas estas fuerzas de la economía de California y de Estados Unidos en vez de iniciar campañas xenofóbicas y racistas contra los trabajadores mexicanos. Por desgracia, su agenda electoral miope e incendiaria no hace sino exacerbar la xenofobia y el racismo. De allí se va directamente al pogromo y al campo de concentración.

California y EE UU no necesitan tentaciones tan peligrosas ni ambiciones tan ciegas.

Carlos Fuentes es escritor mexicano.

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