Muere Karl Popper, teórico de la sociedad civil
El pensador británico fallece en un hospital de Londres a los 92 años
La muerte de Karl Popper a los 92 años, en el hospital Mayday, en Croydon, al sur de Londres, no mereció ayer ni siquiera una mención, en el escueto informativo del mediodía de la BBC1, la televisión estatal británica Aquejado de una larga enfermedad, la vida de Popper se había convertido en una dura prueba tras el fallecimiento de su mujer en 1985. Nacido en un distrito de Viena en julio de 1902, la filosofía "positiva" de Popper encontró amplio eco entre la clase política británica, preferentemente en el Partido Conservador, cuya líder, Margaret Thatcher, se mostró siempre como una devota seguidora.Casado, sin hijos, Popper vivía en el sur de Londres, desde su llegada a la capital británica en 1945, donde ocupó el puesto de profesor de Lógica y Método Científico hasta 1969 en la prestigiosa London School of Economics. Conocido como el filósofo de la Ciencia, su libro, La sociedad abierta y sus enemigos, publicado en 1945, se convirtió en la biblia de toda una generación de intelectuales y políticos del siglo XX. Para muchos, en esas páginas de brillante prosa, se encerraba la glorificación del libre mercado y de la filosofia capitalista.
Optimismo
Durante su larga vida, Popper obtuvo numerosos galardones en el Reino Unido, en donde llegó a ser miembro de la Sociedad Real y la Academia Británica. Su optimismo y sus ataques al marxismo, configuraron su pensamiento filosófico y originaron toda una escuela de seguidores popperianos. La miseria del historicismo, otro de sus grandes éxitos, publicado en 1957, coinstituyó una seria andanada contra el marxismo, en unos momentos en los que, todavía la experiencia de los países socialistas gozaba de buena prensa. Quizás por ello, para los jóvenes radicales de los años sesenta, Popper representó a la perfección la imagen del pensador reaccionario, incapaz de hacer ninguna concesión al romanticismo de la rebeldía.
Hijo del abogado e historiador judío Simon Popper y de una sensible mujer músico, Popper se convirtió al protestantismo y optó por un exilio voluntario, cuando el nazismo emergía en Alemania, en Nueva Zelanda, adonde se trasladó en 1937 con su esposa, Josefine. Allí vivió los años turbulentos de la Segunda Guerra Mundial hasta que en 1945 decidió aceptar un puesto de profesor en Londres.
Popper nunca dió por buena la idea de que existen leyes inexorables que determinan la historia humana, convencido de que la historia puede verse influenciada por un conocimiento cada vez más amplio e impredecible. Su muerte pone punto final a la trayectoria de uno de los pocos optimistas del capitalismo.
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