'Maratón', una obra teatral sobre la carrera de la vida
Al principio uno se resiste. Dice que no está hecho para deportes duros. Pero su amigo insiste. Han de entrenarse dos veces por semana para el maratón de Nueva York. La obra del italiano Edoardo Erba pone a dos actores en escena saltando sin pausa durante una hora hasta que uno de ellos -el más débil- muere por agotamiento, delirando. Maratón es una metáfora de la vida. Hay que respirar bien. Concentrarse. Llevar buen ritmo. Ir rápido. No abandonar. Hay que vivir para correr.
Sudan. Soplan. Sueñan. Se preguntan cuánto llevan corriendo, dónde está el puente. Si dejaron o no cerrado el coche. ¿Han perdido las llaves? También hablan de mujeres. Del trabajo. De los niños. Y de Dios. ¿Qué importa Dios?, dice uno en el mismo momento en el que siente la necesidad imperiosa de cagar. Pero no pueden permitirse hacer una pausa. Si es preciso se cagará encima. Si revienta saldrá en el periódico. Se hará famoso.Cuando uno cae a tierra el otro le pega una patada. "¡Arriba, David! ¡Arriba!". David se endereza. Esta vez va más deprisa que su amigo Steve, que siempre lleva la delantera. Pero ¿qué le pasa a David? Empieza a perder la memoria. Su cabeza está en blanco. No pesa. Cree. que empieza a volar. Ríe. "¡Si corres así tela juegas! ¡El oxígeno te falta en el cerebro!". Pero David no hace caso. Está llegando el primero. Cree que la multitud ya le aplaude en Nueva York. Oye voces. Su propia voz. No ve el puente. Está solo. Corriendo él solo hacia la muerte. Las últimas palabras entre sollozos son éstas«¿Para qué me has entrenado Steve? ¿qué mensaje tengo que llevar?". La luz se encendió bruscamente. Los dos actores de Maratón se quitaron sus camisetas chopadas para agradecer el aplauso de los únicos seis espectadores que acudimos a la representación de esta magnífica obra en el Gilded Balloon Theatre.
Pero tampoco el Berliner Ensemble llenó el King's Theatre de Edimburgo con su polémica versión alemana del drama de Shakespeare Antonio y Cleopatra, dirigido por Peter Zadek. La crítica ha señalado que la versión de Zadek es fría a pesar del intento de aproximar la acción saltándose veinte siglos a la torera y poniendo a Cleopatra a jugar al billar, a Octavia en traje de baño y a Marco Antonio con gafas de sol leyendo The Times. Hay momentos en los que la trágica belleza del texto de Shakespeare se distancia tanto de la frivolidad del escenario, que el espectador cree hallarse en un desfile de uniformes para el trópico en la sala de un manicomio de Berlín.
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