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Pero ¿qué es el socialismo?

Joaquín Estefanía

Dentro de dos semanas se celebrará el 33º Congreso del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). En él, como antes en los Estados Generales del Partido Socialista Francés (PSF) o, en noviembre, en el del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), se discuten en esencia dos cosas: quién es el socialismo (es decir, quién encarna mejor en estos momentos el alma del socialismo: debate de personas) y qué es el socialismo (debate de ideas). La primera cuestión pertenece más bien al interior de las formaciones políticas; la segunda, al conjunto de la sociedad.Actualizar el contenido del socialismo democrático es urgente; tras la caída del muro de Berlín y las revoluciones de 1989,en el este de Europa la izquierda occidental inició un larguísimo lustro sabático de vacaciones ideológicas. Muchos creyeron que el final del socialismo real atraería miméticamente sus restos al seno de la izquierda democrática, y lo que ocurrió, paradójicamente, fue que el concepto mismo de socialismo adquirió un sospechoso tinte contaminado de autoritarismo que alejó de sus filas a los ciudadanos del antiguo telón de acero. Esta izquierda muda no supo reaccionar en lo inmediato a la destrucción de los cuatro rasgos fundamentales del socialismo real que, en distinta graduación, en algún momento también fueron suyos: la estatalización de los medios de producción, el partido único, el ateísmo y la lucha de clases como único motor de la historia.

En España, a este silencio forzado por la estupefacción se le ha unido la tradicional pobreza teórica del socialismo. Creo que fue el sociólogo Emilio Lamo de Espinosa quien dijo una vez que en el PSOE había intelectuales, pero no teóricos. Con algunas excepciones, habría que añadir. Pero es cierto que el socialismo español no pasará a la historia por sus aportaciones conceptuales -aunque así por su práctica política contemporánea-, que han sido, en general, anodinas. Ha pasado más de un, siglo desde que el partido socialista de Pablo Iglesias estableció en su primer programa la apropiación del poder político por parte de la clase obrera; la transformación de la propiedad individual o cooperativa de los medios de producción en propiedad comunal de toda la sociedad; y la organización de la sociedad sobre la base de un federalismo económico que garantizase a todos los miembros de los colectivos obreros el producto total de su trabajo.

Del maximalismo de esas medidas se ha pasado a la definición primaria que contempla la ponencia marco del 33º Congreso: "El socialismo es una apuesta por la autonomía y la libertad personales, y en este sentido somos herederos de los principios y valores del liberalismo político. Pero nos separa radicalmente del liberalismo económico la convicción de que las oportunidades individuales de autonomía y libertad dependen de la forma en que la sociedad se ordena: para que todas las personas tengan igual posibilidad de ser libres y autónomas se requiere un orden basa do en la solidaridad y, por tanto, un sentimiento compartido de responsabilidad. El socialismo es, a la vez, impulso ético y acción racionalizadora. La ética es fundamento básico de nuestra existencia y práctica política. Estamos en la lucha política porque creemos en los valores de la libertad, la igual dad y la solidaridad".

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También ahora en el interior del socialismo conviven distintas sensibilidades, extremadas ante su interés de recuperar para el movimiento lo que queda del naufragio de la izquierda exterior. Se necesita delimitar las fronteras, las orillas del socialismo por su derecha y por su izquierda. Un buen representante de la margen derecha podría ser el alemán Peter Glotz, antiguo secretario de organización del SPD, que ha teorizado en numerosas ocasiones sus Posiciones ideológicas. Para Glotz, casi basta con preservar el legado de la Ilustración y sustraerse al nacionalismo, al fundamentalismo y a la ficción de las guerras justas; la izquierda debe transformarse otra vez en su historia para desarrollar un individualismo de izquierdas, vencer el miedo ante lo empresarial, hacer frente a la sociedad de los dos tercios y apostar por la Europa factible.

Tan abiertos conceptos se concretan en elementos de un estilo de pensar común que representan los grandes bandos históricos; si la izquierda parte de un modo de analizar racionalista, deductivo, la derecha se remite a la vida; si la izquierda habla de derechos humanos y desarrolla sobre esta base un orden político estatal justo, la derecha evoca instituciones que son necesarias para dar apoyo al hombre; cuando la izquierda pone sus esperanzas en normas universalistas y confía en instituciones, la derecha habla de espacio y de territorio, desarrolla la idea de nación; cuando la izquierda sueña con la cosmópolis, la derecha confía en la polis.

Para Glotz, el socialismo democrático se caracteriza por la limitación de la lógica del mercado, la sensibilidad para la cuestión social, la conversión del tiempo en nuevo derecho de libertad, la emancipación efectiva de las mujeres, la protección de la naturaleza y de la vida y la lucha contra el nacionalismo. ¿Qué fuerzas pueden ser agregadas para este proyecto?: los partidos socialdemócratas y verdes, corrientes liberales de izquierda de la intelligentsia técnica, de los empleados directivos y del grupo -no tan grande- de empresarios innovadores, tradiciones católicas de izquierda y cristiano sociales, toda la izquierda no comunista (a la izquierda de la socialdemocracia) que se compromete en luchas sociales variadas; por último, aquellas fuerzas poscomunistas que se han separado del marxismo-leninismo de una manera fidedigna y definitiva.

En el otro extremo están las tesis de, por ejemplo, Antonio García Santesmases, que en un reciente libro (Repensar la izquierda. Evolución ideológica del socialismo en la España actual) ha conseguido generar una teoría de la izquierda socialista que hasta ahora aparecía muy segmentada en cada uno de sus artículos periodísticos. Santesmases explica esa evolución: cuando antes hablábamos de socialismo anticapitalista, hoy se defiende la socialdemocracia liberal, y para mañana, algunos (se supone que socialistas) proponen la americanización del sistema político; critica el ataque despiadado al marxismo que se hace desde el socialismo, la reivindicación del socialismo democrático entendiendo como tal una forma de socialdemocracia liberal, el alborozo superficial ante la debacle comunista, la mirada conmiserativa o paternalista a los nuevos movimientos sociales, la valoración crítica a la obstinación sindical por aferrarse a la vieja. cultura socialista, el apoyo inquebrantable a la Administración norteamericana, el elogio a la capacidad de actualización y desideologización de los dirigentes, etcétera.

Santesmases lamenta que las burguesías sólo acepten al so-

Pero ¿que es el socialismo?

cialismo siempre y cuando los socialistas no lo apliquen, y percibe amargamente que el precio por consolidar la democracia representativa en España era desnaturalizar hasta el final el proyecto socialista. Su gran pregunta es la siguiente: ¿es el socialismo un proyecto de lucha contra la propiedad privada, la explotación económica, la desigualdad social y la dominación política, o es únicamente un instrumento de redistribuir más equitativamente la riqueza, de aumentar el consumo de masas, de disminuir las diferencias sociales y de volver al pleno empleo? Es decir, si se pretende un modelo de sociedad distinto o se trata de aceptar el existente, con reformas y cambios que no afecten a sus rasgos esenciales. "La pregunta es si estamos hablando del futuro del socialismo o del futuro del Estado del bienestar".El gran debate del socialismo se va a establecer, según la metodología de Santesmases, entre los que reducen el socialismo a la consolidación del Estado del bienestar y los que apuestan por una superación democrática del capitalismo. Unos y otros estarían unidos en la defensa del Estado social frente al neoliberalismo económico, pero van a discrepar en temas como la extensión de la democracia al ámbito económico, el reforzamiento sindical y la construcción de un nuevo internacionalismo.

Para muchos socialistas el socialismo liberal no va más allá del liberalismo social, mientras que para otros socialismo sigue siendo, como para Kautsky (¡el renegado Kautsky!), no sólo organización social, sino también organización democrática de la sociedad.

Me temo que el dirigente de Izquierda Socialista haya elevado el tiro y la polémica ideológica del 33º Congreso se centre mucho más en la graduación del Estado del bienestar que en el modelo de sociedad.

En cualquier caso, esta reunión será una ocasión muy oportuna para evitar esa maldición de la que hablaba Bobbio: "¿Cuántos son los proyectos elaborados por la izquierda histórica, socialistas y comunistas, que se han quedado en letra muerta después de haber sido objeto de tratamiento intelectual en congresos, seminarios o mesas redondas, debatidos en revistas y en diarios y en otros ámbitos parecidos ... ? El intelectual propone y el político dispone; y dispone no porque desdeña el trabajo del intelectual, sino muy a menudo porque no sabe qué hacer con él, consciente como es de que su acción es principalmente tapar las grietas, pilotar la nave que él dirige en una sociedad democrática, con todas las servidumbres que las reglas democráticas le imponen".

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