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El despiste de un técnico de Iberdrola revela la debilidad eléctrica del metro

Jan Martínez Ahrens

Una caída de tensión eléctrica más corta que lo que se tarda en parpadear dejó paralizados a primeras horas de la mañana de ayer a decenas de miles de ciudadanos que acudían a sus centros de trabajo. Unos quedaron bloqueados en los vagones del metro; otros, atrapados en el caos formado por la falta de corriente eléctrica en los semáforos de 31 cruces de calles vitales en la circulación rodada de la ciudad.La falta de semáforos afectó a intersecciones de amplias vías de comunicación, como las de las calles de Joaquín Costa con Velázquez; Raimundo Fernández Villaverde con General Moscardó o la plaza de Colón. Fue sobre todo la zona norte del distrito de Salamanca la que sufrió mayores atascos. Numerosas patrullas de la Policía Municipal tuvieron que reforzar el servicio habitual de regulación de tráfico.

El corte de energía eléctrica sucedió a las siete de la mañana, y se extendió durante cerca de 60 minutos. En este tramo horario, de seis a siete de la mañana, sube al metro un 10% del millón diario de usuarios, es decir, 100.000 personas (si bien la compañía cifró en sólo 60.000 el número de afectados). La empresa aseguró ayer que el sistema de protección de la red impidió que el fluido eléctrico desapareciese por completo.

La culpa la tuvo un error pueril de un trabajador, que accionó un interruptor indebido en una estación eléctrica. Este fallo demostró la debilidad de los sistemas de protección en los transportes públicos de raíl. En la estación de Iberdrola de Tres Cantos, un técnico, cuyo nombre no ha sido facilitado, estaba revisando la instalación. Su trabajo, encaminado a mantener a punto la poderosa maquinaria eléctrica, era pura rutina. Pero estalló el error: por equivocación o despiste, pulsó lo que se denomina un seccionador, es decir, un interruptor de alta tensión, en este caso de una línea de 220.000 voltios. A partir de ese momento, todas las líneas del metro dejaron de funcionar durante al menos 45 minutos. Y el automóvil o el autobús tampoco sirvieron de mucho como alternativa. Incluso Renfe, aunque en menor medida, sufrió las consecuencias de la caída de tensión. Los convoyes de cercanías sufrieron un parón de tres minutos. El número de viajeros en trenes de cercanías aumentó un 7%, sobre todo en el trayecto de Atocha a Chamartín.

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Los atascos se sucedieron por la avería de los semáforos de 31 cruces en la capital

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Fue apenas un segundo, pero bastó para desatar el caos a la hora en que los metros, trenes, autobuses y coches se llenan de madrileños con destino a sus puestos de trabajo o estudio. De hecho, la hora punta se alargó hasta las 10 de la mañana. Y es que el fallo en la estación de Tres Cantos arrastró consigo otros sistemas dependientes de su fluido eléctrico.

Este centro de Iberdrola, uno de los tres que posee en Madrid, transforma la energía de alta tensión y la disminuye para los usos domésticos e industriales. Este es el caso del metro, que recibe energía a 15.000 voltios y en sus 38 subestaciones de transformación la reduce a 600 voltios para los trenes y a 3.000 para los servicios auxiliares.

La caída de tensión, pese a su brevedad, propició precisamente que esas unidades dejasen de trabajar. El efecto dominó fue instantáneo: quedaron inmovilizados los trenes y las unidades auxiliares. El metro entero cayó de un plumazo.

"Al fallar los 15.000 voltios, falla toda la red. Y la reposición de energía no puede hacerse simultáneamente, ya que las subestaciones se sobrecargarían. Hemos tenido que reponer sucesivamente las subestaciones y en función de éstas reparar las líneas por tramos", explicó un portavoz de Metro.

Resultado: de la interrupción, que se inició a las 7.07 horas, no se libró ninguna línea de Madrid. Y la normalidad tampoco se recuperó del todo hasta las 8.05, momento en que en el último tramo paralizado -correspondiente a la línea 10 entre Campamento y la plaza de España- se reanudó el servicio. Con todo, la mayor parte de los trenes ya estaban en marcha a las 7.54.

Renfe, mejor

A esa hora, toman el metro unas 100.000 personas, según los datos que maneja habitualmente la propia compañía; pero Metro afirmó que sólo 60.000 usuarios sufrieron las consecuencias del fallo. Los trenes sin energía alcanzaron las estaciones circulando a la deriva y aprovechando las pendientes. En las paradas, la megafonía avisó de la interrupción del servicio. "Apenas hemos recibido quejas de los usuarios. A aquellos viajeros con billetes simples o bonotransporte les hemos devuelto el importe", añadió el citado portavoz de Metro. Mejor se defendió Renfe. Los trenes de cercanías quedaron tres minutos paralizados por falta de energía -de7.02 a 7.05-.

Los sistemas de protección salvaron la situación, aunque no impidieron fallos de sincronización en la señales de ocupación de las vías. Los puestos de mando suplieron esta deficiencia y ayudaron a los conductores a llegar a sus destinos.

Ante la paralización del metro, el número de viajeros en trenes de cercanías se incrementó un 7%, especialmente en el enlace entre Atocha y Chamartín, a través de Recoletos y Nuevos Ministerios.

Los semáforos fueron otra de las víctimas del fallo de la compañía Iberdrola. En 31 cruces -en Madrid hay cerca de 1.350- dejaron de funcionar correctamente. Este hecho provocó que en numerosos puntos de la capital, como la intersección entre las calles de Joaquín Costa y Velázquez, la circulación se colapsase. Frente a los atascos la Policía Municipal de Madrid fue desplegada para aligerar la circulación. Otros lugares afectados fueron las plazas de Tirso de Molina y de Colón, así como la glorieta de Bilbao o el cruce entre las calles de Raimundo Fernández Villaverde y el General Moscardó.

Última reparación

Este desbarajuste duró hasta las 9.15, momento en el que se solventó la última avería. El fallo, sin embargo, propició que la hora punta se alargase hasta las 10 de la mañana, con el consiguiente retraso para muchos madrileños. A mediodía, la circulación recuperó la fluidez.

Iberdrola insistió ayer en que en ningún momento se registró un corte absoluto en el suministro de energía, sino sólo un descenso por debajo de lo habitual, aunque afectó a toda la Comunidad. La empresa aseguró que el sistema de protección evitó que el fluido eléctrico desapareciese por completo. La red de alta tensión está formada por líneas cruzadas. Así, aunque descienda la energía en una, las otras mantienen el suministro, según Iberdrola.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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