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Vacaciones en Mallorca

Raúl Gardini bronceó varios veranos su piel en Mallorca. Hace tres años instaló en la isla la gran base de operaciones de B Moro di Venezia, la nave emblemática de una de sus actividades más preciada, la alta competición a vela.

En privado el gran empresario italiano que el viernes puso fin a su vida era cautivador, cálido, sencillo e irónico. Fumador a la antigua, encendía un cigarrillo después de otro tras estrujarlos con los dedos y bebía agua directamente de la botella. Pretendía ser un campesino ilustrado. Cuando el 8 de agosto de 1990 reunió en su gran yate, en el puerto de Portals, en Mallorca, al rey Juan Carlos, a Gianni Agnelli y a su cuñado Ferruzzi, Gardini evitó ser la estrella ante decenas de periodistas.

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Eran días como los presentes de gran inestabilidad en el sistema monetario internacional. En aquellas horas de asueto junto al mar mallorquín las oscilaciones de las divisas podían hacer variar las cuentas de los múltiples negocios de Agnelli, Ferruzzi y Gardini. En sus barcos las terminales de ordenador Y las conexiones telefónicas vía satélite ofrecían datos ciertos del oleaje de los mercados. Los tres financieros acudieron en distintas ocasiones a sus improvisados, despachos para recibir información.

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