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Borís Yeltsin pone bajo su custodia los medios de comunicación y las imprentas de Rusia

Pilar Bonet

El presidente Borís Yeltsin comenzó ayer su campaña para obtener un voto de confianza popular prescindiendo olímpicamente del Tribunal Constitucional, que no pudo dar dictamen sobre el "régimen especial de dirección" por carecer del texto del decreto correspondiente. Ninguno de los decretos contenidos en el paquete de medidas anunciado por Yeltsin el sábado ha sido publicado, ni siquiera el decreto "sobre la defensa de la libertad de la información de masas", mediante el cual se ordena al Ministerio del Interior custodiar las compañías de televisión estatal, las agencias de información y las imprentas.

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Citando a la oficina de prensa del presidente como fuente, la agencia Interfax difundió ayer un resumen de este decreto con el que Yeltsin trata de salir al paso de las intenciones del Parlamento de poner bajo su control los medios de información en Rusia.El decreto dedicado a los medios de comunicación, que Yeltsin había anunciado ya por primera vez antes de que se celebrara el último Congreso de los Diputados, prevé subvencionar a 2.300 periódicos regionales con cargo al presupuesto del Estado, según manifestó Mijaíl Poltaranin, el jefe del Centro de Información Federal. La prensa local, que en su mayoría procede de la metamorfosis de la red de propaganda del partido comunista, atraviesa graves dificultades económicas desde que se liberalizaron los precios.

Yeltsin anunció el sábado una consulta popular que, de llegarse a celebrar, le someterá al voto de confianza de los ciudadanos el próximo 25 de abril y abrirá el camino para celebrar nuevas elecciones.

Entre el presidente y el Tribunal Constitucional aparecieron ayer algunos síntomas de acercamiento, según dio a entender el presidente de este organismo, Valeri Zorkin, anoche. Según Zorkin, Yeltsin llamó por teléfono ayer al Tribunal Constitucional y la corte había aceptado la petición de un grupo de diputados que cuestionan las decisiones del último congreso. El Tribunal Constitucional, dijo Zorkin, "no está en el bolsillo de Jasbulátov", pero quiere "un compromiso".

La Federación Rusa se recuperaba ayer del impacto causado por el mensaje del presidente Borís Yeltsin, sin enfrentamientos violentos y sin indicios de golpe de Estado o inminente guerra civil. Esta situación era interpretada como un éxito por los partidarios del presidente ruso, convencidos de que el tiempo trabaja a su favor, si el país mantiene la calma.

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Los más precavidos afirmaban que la prueba de fuerza no ha hecho más que empezar. De las provincias llegaban signos contradictorios de lealtad o discrepancia con Yeltsin, mientras los países miembros de a Comunidad de Estados Independientes (CEI) mostraban preocupación por lo que sucede en Rusia. El líder de Ucrania, Leonid Kravchuk, apoyó a Yeltsin; el líder de Kazajstán, Nursultán Nazarbáiev, mostró una actitud más contenida.

Una ley de pesca

El Presídium del Sóviet Supremo, que se reunió ayer bajo la dirección del jefe del Parlamento, Ruslán Jasbulátov, debatía una ley de pesca y la ampliación de poderes de la fiscalía. El diseño de la capa de los jueces, otro de los temas programados para ayer, fue dejado para otro día.

La actitud de Yeltsin ha puesto en una situación muy dificil al vicepresidente Alexandr Rutskói, cuyas ambigüedades demoraban la publicación de los documentos que han de formalizar el mensaje presidencial, según Interfax. Rutskói se apresuró a anunciar que no había dado el visto bueno al decreto de Yeltsin, que hace extensivo el voto de confianza al vicepresidente. Sin embargo, ha matizado que acepta el derecho de Yeltsin a someterse al voto popular. Al haber sido elegido en tándem, junto con Yeltsin, en 1991, Rutskói, un general del Ejército condecorado en Afganistán, puede ver su honor en entredicho si permite al presidente exponerse en solitario al voto popular.

En un comunicado difundido por su oficina de prensa, Rutskói propuso salir de la crisis mediante la "política del acuerdo nacional", y acusó a los "allegados del presidente" de enmascarar sus errores tras los llamamientos a acciones "radicales", después de orientarse hacia la "mítica ayuda de Occidente" sin tener en cuenta el propio potencial ruso".

En el frente gubernamental se produjo ayer una baja con la dimisión del ministro de Justicia, Nikolái Fiódorov, según informó la agencia Interfax, citando fuentes dignas de confianza. Medios del equipo presidencial afirmaron ayer que Fiódorov no firmó el primer comunicado difundido por el Gobierno el domingo pasado. Este comunicado era mucho más positivo respecto a Yeltsin que otro posterior difundido después de la sesión del Sóviet Supremo.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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