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Las elecciones en la Conferencia Episcopal acaban con el aplastante triunfo del sector renovador

"Ha ido rodao". Era el balance realizado ayer por un obispo del sector renovador, que creía que la revolución de los grises" gran parte de los prelados nombrados en el último sexenio se produciría, pero a más largo plazo. José Sánchez, titular de Sigüenza-Guadalajara, acababa de ser elegido como secretario general y obispo portavoz. Las elecciones de la Conferencia Episcopal concluían con una victoria aplastante de¡ sector renovador, matemáticamente minoritario. Ni siquiera ha habido compensación, una regla no escrita que concede la vicepresidencia del episcopado al grupo de obispos que no consigue aupar a sus candidatos a la presidencia y secretaría general.

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Quince contra contra seis

La maniobra del cardenal Suquía para intentar colocar a su candidato, Santiago García Aracil, obispo de Jaén, al frente de la secretaria general, tampoco prosperó ayer. García Aracil optó nuevamente a la secretaria general del episcopado, apadrinado por el arzobispo de Madrid, que el martes había conseguido que Luis Gutiérrez, su auxiliar de Madrid, no aceptara el cargo después de resultar elegido. Ganó, en segunda vuelta, José Sánchez, de 58 años y obispo de Sigüenza-Guadalajara. José Sánchez consiguió 38 votos frente a los,31 obtenidos por su oponente. Antonio Algora, titular de Teruel, que también optaba al cargo promovido por el sector aperturista, consiguió 3 votos.Los tres candidatos fueron propuestos por grupos de 10 obispos, que los presentaron a la nueva comisión permanente surgida de estas elecciones. El cardenal Narcís Jubany, ex arzobispo de Barcelona, apadrinaba la candidatura de Sánchez, nacido en Fuenteguinaldo (Salamanca).

Relaciones con el Gobierno

El nuevo secretario general, que ha trabajado 20 años como capellán de emigrantes en Alemania, fue auxiliar de Oviedo con Gabino Díaz Merchán y es considerado por la nueva cúpula dirigente un prelado de la línea del cardenal Vicente Enrique y Tarancón. Sánchez, en una breve comparecencia ante la Prensa, indicó que tiene previsto, en un principio, compaginar su tarea pastoral en la diócesis de Sigüenza-Guadalajara, a donde llegó en noviembre de 1991, con el cargo de secretario general.Sánchez, que fue ordenado sacerdote en 1958, consideró asimismo precipitado pronunciarse acerca de si llevará el peso de las negociaciones con el Gobierno, como hizo García Gasco, su predecesor. "Tenemos que distribuirnos todavía las competencias", dijo. Los analistas señalan, sin embargo, que el sector renovador acudía a estas elecciones con una idea clara: el secretario general debe ser un gestor, el encargado de coordinar las actividades de la Conferencia y no el responsable de las negociaciones con el Gobierno. El peso de estas relaciones recaerá, a juicio de estas fuentes, en el presidente y el vicepresidente, Elías Yanes y Fernando Sebastián.

El nuevo secretario general mantuvo durante la comparecencia en la que estuvo acompañado por Antonio Montero (Badajoz), nuevo presidente de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación, el talante abierto por Yanes. "Queremos mantener un permanente diálogo con la sociedad, en el marco de unas relaciones leales y amistosas", dijo. Reiteró, como hizo Yanes en su primera comparecencia ante la Prensa, que la Conferencia Episcopal, como órgano colegiado, continuará ejerciendo su derecho a orientar el voto de sus fieles, pero sin decantarse por ningún partido, e indicó que el reto pastoral de la Iglesia española es la nueva evangelización.

El nuevo secretario general tuvo que renunciar a su cargo como presidente de la Comisión Episcopal de Migraciones, en el que había sido reelegido durante la tarde del pasado miércoles. Los obispos escogieron como nuevo presidente de esta comisión a Ignacio Noguer, coadjutor de Huelva y tenido por miembro del sector renovador.

Revés a García Gasco

Las elecciones han supuesto un golpe de timón del episcopado que refleja, según los analistas, "lo hartos que estaban [los obispos]" del sexenio de mandato del cardenal Ángel Suquía y del papel subterráneo realizado por el nuncio apostólico en España, Mario Tagliaferri. Los prelados han reprobado esta etapa, y lo han hecho con sus votos. Si bien Suquía, ya jubilado eclesialmente, pero arzobispo de Madrid hasta que el Vaticano acepte su renuncia, no podía concurrir a estos comicios, sí lo hacía el secretario general saliente, Agustín García Gasco, arzobispo de Valencia.Los obispos han castigado con sus votos la gestión de García Gasco, que no ha conseguido entrar ni en la ejecutiva ni en la comisión permanente del episcopado. "Que me dejen tranquilo los próximos tres años", había dicho García Gasco, arzobispo de Valencia desde julio de 1992. Pese a ello, optó el pasado miércoles a uno de los órganos de gobierno del episcopado: la presidencia de la comisión episcopal de Seminarios y Universidades, que comporta un puesto en la permanente. No consiguió alcanzar la presidencia de esta comisión, pese a que en la votación de sondeo, que no tiene valor jurídico, obtuvo 20 votos frente a los 17 conseguidos por Rafael Torija, obispo de Ciudad Real.

La votación definitiva frustró las expectativas de García Gasco: consiguió 37 votos, frente a los 40 de Torija, apadrinado por el sector renovador. Será así un miembro más de la plenaria. Algo que no ocurrió cuando Sebastián, su predecesor y ahora vicepresidente, se vio obligado a dejar la secretaría general en febrero de 1988, cinco meses después de ser reelegido con el respaldo del 85% del episcopado.

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