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LA BATALLA POR LA CASA BLANCA

Bush tiene esta noche la última oportunidad par ganarse al electorado

El último acto de la campaña electoral norteamericana comenzará esta noche en East Lansing (Michigan), cuando el presidente George Bush y el candidato del Partido Demócrata, Bill Clinton, se encuentren por última vez en un mismo escenario antes de la votación del próximo 3 de noviembre. Y el epilogo puede ser amargo para George Bush si no consigue, como le piden muchos republicanos, enderezar su imagen y pasar al ataque.

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El tercer candidato, el mutimillonario Ross Perot, mantiene sus soliloquios en televisión en horarios de máxima audiencia por los que ha pagado ya más de 15 millones de dólares (más de 1.500 millones de pesetas). La curiosidad que despertó con sus primeras apariciones comienza a evaporarse, dejando al descubierto una personalidad compleja y egocéntrica.El ambiente preelectoral se va cargando de tensión a medida que se acerca la fecha decisiva y las intervenciones de los dos principales candidatos comienzan a tomar un aire más definitivo. La prudencia de Clinton indica bien a las claras lo cerca que se siente de la Casa Blanca. Sus promesas electorales -más inversión federal para reactivar la economía al tiempo que se reduce el déficit, algo difícil de cumplir- se hacen más borrosas porque ya sabe que todo lo. que diga a partir de ahora se le puede recordar en una próxima campaña electoral. Sigue trabajando su imagen de hombre duro en temas de orden público -pues autorizó cuatro ejecuciones mientras era gobernador del Estado de Arkansas- a fin de cubrirse mejor frente al esperado ataque republicano de las dos últimas semanas.

El presidente Bush, por su parte, sigue sin encontrar un punto de apoyo sólido para revitalizar su imagen. Recuerda sus éxitos en política exterior que se ignoran; asegura, frente a la deconfianza general, que la economía está en la situación adecuada para despegar; compara su personalidad de líder probado en las crisis, de héroe de guerra, con la de su rival, casi un desertor en la guerra de Vietnam, sin conseguir interesar al público, que en los debates le pide que no recurra a las descalificaciones personales del adversario.

El dilema de las televisiones

Las cadenas de televisión también se preparan para la gran noche electoral y deben hacer frente a una difícil decisión: facilitar, como han venido haciendo hasta ahora, los primeros resultados antes de que se cierren los colegios electorales. En una país tan grande como Estados Unidos, con las diferencias horarias que existen entre Nueva York y San Francisco, ése es un problema delicado.

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Ciento cincuenta congresistas han solicitado a los directores de las principales cadenas de televisión que se abstengan de hacer previsiones y proyecciones de voto hasta que cierre el último colegio electoral de la costa oeste. Los congresista del Oeste, cuyos escaños también están en juego el martes 3 de noviembre, saben que cuando la televisiones anuncian un ganador, los votantes dejan de acudir a las urnas porque consideran que ya está todo decidido.

Las televisiones, en principio, no han aceptado la petición de los políticos y han dicho que se atendrán a la tradición: facilitar las encuestas y proyecciones de voto Estado por Estado, en la medida que vayan cerrando sus colegios electorales, y proclamar un vencedor cuando uno de los candidatos haya alcanzado los 270 votos electorales necesarios.

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