_
_
_
_

La oposición guineana llama a boicotear el referéndum de la reforma constitucional

La ambigüedad sigue sembrando el camino de la democratización anunciado en junio por el presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang. Ni la convocatoria de un referéndum para aprobar, el próximo día 17, una nueva Constitución que, según la versión oficial, deberá facilitar el cambio, ha aliviado la desconfianza de los observadores internacionales y de la oposición guineana, que ha lanzado un llamamiento a la población para que boicotee las votaciones.

Más información
La inviolabilidad del presidente

La convocatoria por parte del Gobierno de Malabo de un referéndum en el que la población tendrá la última palabra sobre un proyecto de reforma de la ley fundamental no ha tenido una acogida favorable entre los medios de la oposición en el exilio. Para ellos, la votación constituye un nuevo intento de maquillaje del régimen del presidente Teodoro Obiang con vistas a la esperada visita a su país del presidente del Gobierno español, Felipe González, que, una vez más, ha vuelto a fijar una, nueva fecha de llegada para el próximo día 23. Además, según los representantes de grupos en el exterior, como el Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial o el Partido Demócrata Popular, el proyecto ,"es un nuevo intento del presidente Obiang de perpetuar indefinidamente su permanencia en el poder", al que llegó hace 12 años con un golpe de Estado contra su tío, Francisco Macías.Las contradicciones han marcado la apertura democrática guineana desde el principio. Los discursos de Obiang, a finales de mayo, en los que anunció la "necesidad de adecuarse a las nuevas circunstancias internacionales" coincidieron con la promulgación de una ley de libertades religiosas. Para los observadores diplomáticos en Guinea, la medida constituía una posible arma para frenar la beligerancia: de los sacerdotes católicos guineanos, que, en la primavera, rompieron el tradicional silencio de la Iglesia en cuestiones políticas con encendidas homilías contra el Gobierno. "En un país donde no existe libertad de expresión, los religiosos nos hemos visto en la obligación de dar salida a la voz del pueblo", explicaba recientemente en Malabo a este periódico un joven sacerdote guineano. Las autoridades respondieron acusando a los sacerdotes de injerencia en los asuntos políticos y de desestabilizar el Estado. El ministro de Cultura, Alejandro Mbomio, estimuló incluso una campaña a favor de la implantación de una, supuesta nueva Iglesia más africana frente a la, en su opinión, excesivamente occidentalizada Iglesia católica.

Muerte en el calabozo

La polémica alcanzó su máxima virulencia con la muerte de Diosdado Ababa, en los calabozos de Malabo. El joven guineano había sido detenido acusado de ekon (brujería), y fue víctima de los malos tratos de los carceleros que intentaron en vano arrancarle una confesión sobre sus actividades malignas.Las duras advertencias de los religiosos contra la injusticia y la corrupción de los gobernantes, según medios religiosos -y no el envenenamiento, como dijeron las malas lenguas-, fueron la causa que le "rompió el corazón", el pasado agosto, al arzobispo Nze Abuy, personalidad muy venerada en el país, pero al que sus feligreses reprochaban haber perdido la combatividad con los sufrimientos padecidos con el régimen de Macías. Su fallecimiento, a principios de julio en Madrid -adonde había acudido para recibir atención médica-, marcó una tregua por parte de los religiosos. La filtración por parte de los medios gubernamentales de que en agosto era inminente una ley para la legalización de los partidos políticos contribuyó a crear un compás de espera también entre la oposición interna. Pero, a pesar de que el nuevo proyecto de reforma da por hecha la implantación del pluripartidismo, el único partido legalmente reconocido sigue siendo el Partido Democrático de Guinea Ecuatorial, dirigido por el presidente.

El propio Obiang, unas veces habla a favor del pluripartidismo y otras advierte contra las ideologías y partidos importados del extranjero", lo que contribuye a sembrar el desconcierto entre los funcionarios y cuerpos de seguridad que siguen hostigando a los sospechosos de oponerse al régimen. Además, los rumores de que la oposición externa está dispuesta a invadir el país ha servido como pretexto para aumentar la presencia de fuerzas militares por las calles de Malabo y Bata.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_