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Una gigantesca maquinaria bélica, a un paso del Rubicón entre la paz y la guerra

Enric González

Unos 400.000 soldados, 1.000 aviones y 50 barcos de Estados Unidos, junto a 175.000 soldados de otros 27 países, cruzarán esta madrugada, a las 3.00 horia local, el límite del 15 de enero, el límite entre la paz y la guerra; la poderosa maquinaria bélica desplegada por Washington y sus aliados en el golfo Pérsico permanecerá, según se espera, en situación de alerta amarilla. Todos deberán estar en sus puestos,, preparados para recibir órdenes,. Más allá de la alerta amarilla sólo hay un paso, alerta roja: oiden de abrir fuego contra el enemigo.La fuerza aérea de Estados Unidos, con 35.000 hombres y un millar de aviones, es ahora el centro de atención. Los pilotos norteamericanos serán los primeros en en.trar en combate si estalla la guerra. Durante los dos últimos días, los ejercicios aéreos se han hecho más intensos y tarto el personal de vuelo como el de tierra han tenido ocasión de repasar una y otra vez su misión.

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Expira el ultimátum a Irak

Miles de fotografías aéreas de los objetivos militares en Kuwait e Irak están a punto para ser desplegadas por la tripulación de los bombarderos, que contarán con imágenes nocturnas y diurnas muy precisas del objetivo que les corresponda atacar. Las fotografías han sido tomadas por los satélites espía de Estados Unidos y, según fuentes militares, "muestran incluso el número de personas y el equipo de que disponen en cada instalación enerniga".

Toda la información de que dispone Estados Unidos sobre las fuerzas iraquíes está centralizada en Riad, la capital saudí. El cuartel general del general, Norman Schwarzkopf, jefe de la operación Escudo del desierto, ocupa dos plantas del hotel Hyatt Regeney de Riad. Schwarzkopf, sin embargo, se mueve constantemente a bordo de un helicóptero y dispone también de una oficina -que no frecuenta- en el hotel Gulf Palace, en Daminam. a 300 kilómetros escasos de la frontera con Kuwait.

La coordinación de las fuerzas norteamericanas -dos tercios del total de la fuerza multinacional- con las británicas y las francesas -unos 45.000 hombres en total- no presenta problemas. Se admite tácitamente que Schwarzkopf dará las órdenes. Otra cosa son los 160.000 hombres restantes que están acampados en el desierto: sirios, egipcios, saudíes, paquistaníes, kuwaltíes, marroquíes, etcétera. En teoría, todos ellos están bajo el mando del ministro de Defensa de Arabla Saudí, príncipe Sultán, a quien, también en teoría, debería reportar Schwarzkopf. Se desconoce, sin embargo, el sistema concreto de coordinación de la variopinta fuerza árabe. Tropas como las sirlas y las egipcias prefieren no tener relación entre sí; las tropas paquistaníes, a su vez, no ocultan sus profundos sentimientos antiamericanos. Los soldados árabes están desplegados, en su gran mayoría, en primera línea, a apenas 30 kilómetros de la frontera, como fuerza de choque.

Aunque las fuerzas de tierra norteamerícanas en la zona superan los 180.000 efectivos, sólo 50.000 de ellos entrarían en combate inmediatamente si Schwarzkopf ordenara la invasión de Kuwait. Se trata de los 50.000 marines, la más famosa fuerza de asalto de EE UU, que desde el principio ha venido preparándose para afrontar el ataque con armas luchar calle por calle, casa por casa, en el caso que los iraquíes decidieran resistir hasta el final en Kuwait.

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Los marines se juegan en esta guerra, si la hay, su papel estelar en el Ejército norteamericano frente a la Marina, a la que muchos técnicos del Pentágono consideran más flexible y adecuada al nuevo escenario estratégico mundial, extremadamente variable y con múltiples focos potenciales de crisis. La Marina ha desplazado aquí 35.000 efectivos a bordo de medio centenar de buques, entre los que se incluyen portaaviones, acorazados, cruceros, destructores, fragatas, naves anfibias de asalto, dragaminas -ya han sido detonadas 17 en el golfo Pérsico desde diciembrey dos buques hospitales.

También está en Arabla Saudi un pequeño grupo de especialistas norteamericanos de la compañía 630, con base en Nueva Orleans. Son los sepultureros del Ejército, que están preparados para envolver en plásticos y repatriar a EE UU 70 cadáveres al día. Hasta ahora, ya ha habido que utilizar 100 bolsas grises para los 100 muertos por accidente, enfermedad o suicidio registrados entre los norteamericanos desde el principio de Escudo del desierto.

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