_
_
_
_

Miles de rumanos celebran en Timisoara la sublevación contra Ceausescu

Miles de ciudadanos de Timisoara, ciudad donde comenzó la revolución rumana, conmemoraron ayer el aniversario de la sublevación popular protestando en contra del presidente Jon Iliescu. Los estudiantes, en huelga desde el 11 de diciembre, y los obreros, que hoy comienzan la huelga general, se juntaron ayer -como hace un año- frente. al edificio de la Opera para exigir libertad, el fin del comunismo y la dimisión del Gobierno rumano. "Hace un año la gente tenía la cara alegre y se sentían libres", dice Sorin Oproa, veterano de la revolución. "Hoy sus caras son más tristes", añade.

Más información
Rumania, entre el sacrificio y el caos

"La población de Timisoara esperaba cambios muy radicales y se siente hoy más desilusionada que el resto de Rumania", explica Andreas, profesor de francés. De hecho, los héroes de Timisoara fueron marginados del poder creado en Bucarest, y desde entonces no cesa la rivalidad entre las dos ciudades.

"Este Gobierno tiene que permanecer en el poder porque quiere evitar que se sepan sus implicaciones en la represión de Timisoara", manifiesta Lorin Fortuna, profesor del Instituto Politécnico y primer dirigente posrevolucionario de la zona de Timisoara, posteriormente alejado del poder.

Fortuna y los estudiantes exigen que el Gobierno aclare lo ocurrido entre el 16 y el 25 de diciembre pasados, al igual que el papel de los mineros en la represión en contra de los manifestantes en junio pasado en Bucarest.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

"Es imposible regenerar Rumania si se sigue con las mentiras", expresó ayer en su homilía de conmemoración Lazslo Tokes, sacerdote húngaro y detonador inmediato de los acontecimientos de Timisoara. La mentira de los gobernantes y el ocultar la verdad política parecen preocupar a los rumanos más que los comercios vacíos, la calefacción deficiente y otras dificultades económicas.

Resolver problemas

"Es importante resolver los problemas políticos para luego abordar los económicos", comenta Lorin Fortuna, quien apoya, al igual que los estudiantes, la creación de un Gobierno de unión nacional: Gobierno de tecnócratas.

De hecho, en la noche del sábado, el líder de¡ Partido Nacional Liberal, Radu Campeanu, anunció en la televisión que hoy se celebrarán las conversaciones entre el Frente de Salvación Nacional y los partidos de oposición, con miras a la formación de un Gobierno de unión nacional. Por otra parte, la Alianza Cívica, organización opositora extraparlamentaria que agrupa a los intelectuales y cuya influencia está creciendo, pide elecciones anticipadas.

Para algunos habitantes de Timisoara, ciudad de 300.000 habitantes, la revolución abrió nuevas posibilidades. Miles de personas abandonaron su empleo para dedicarse al contrabando de mercancías.

Muchos productos nunca llegan a las tiendas, pues se dirigen directamente al extranjero, principalmente a Yugoslavia En la frontera con Yugoslavia, a sólo 70 kilómetros de Timisoara, la gente espera entre 10 y 24 horas para poder salir y vender. En un viaje ganan el equivalente a su sueldo anual.

Por otra parte, la producción en las industrias de la zona cayó entre un 50% y un 60%, según Florin Knezevic, consejero del alcalde. "La gente no trabaja porque no tiene motivación: sueldos bajos, ausencia de materia prima, legislación inadecuada y la atracción del contrabando".

Poco ha cambiado Timisoara en un año. Los numerosos periódicos en circulación y la libertad de expresión en la política callejera no satisfacen a la mayoría de la población, que aún hace colas interminables, tiene la comida racionada, desconoce la verdad sobre los acontecimientos de diciembre pasado, asiste a la rehabilitación de los antiguos cuadros comunistas y observa cómo los corruptos y los contrabandistas amasan enormes fortunas.

Al menos 10.000 estudiantes y obreros, desafiando la lluvia y el frío, recorrieron ayer las calles de la ciudad símbolo de la oposición, agachándose en silencio frente a los lugares donde cayeron las víctimas, en clara señal de que éstas no habían caído de balde. Ellos esperan que la huelga general convocada para hoy sea una clara advertencia al Gobierno de Bucarest, igual que hace un año, y por ello su ruego de ayer era: "Azi, in Timisoara; miine-n, toata tara" ("hoy, en Timisoara; mañana, en todo el país").

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_