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LA SUCESIÓN DE LA 'DAMA DE HIERRO'

La bandera de la unidad

La bandera de la unidad es la que ya ondean con vigor los parlamentarios y activistas del Partido Conservador, que siempre se ha preciado de estar unido y de ser capaz de acomodar en su interior sin conflicto a tendencias diversas. El traumatismo de la concepción y desarrollo de la crisis ahora resuelta ha concluido con un suspiro de alivio y la confianza de que el partído puede mirar adelante, sin problemas adicionales a los ya peliagudos de la economía, la política social y la política exterior.

Margaret Thatcher obtuvo la pasada semana el apoyo de 204 parlamentarios, el 55% del colegio electoral conservador, y e vio forzada a dimitir. John Major logró el martes 185 votos, el 49,7% de los sufragios, y fue transportado en loor de multitud tory, al 10 de Downing Street. El llamativo contraste pone de manifiesto que no han sido las matemáticas, sino la política, el factor decisivo en la disputa por la primacía conservadora.

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Thatcher se había convertido en un elemento de división que permitió a Michael Heseltine seguir azuzando, mientras Major aparece como el hombre dotado del poder de restañar heridas e incitar a la calma: su triunfo suscitó la inmediata retirada de Heseltine y de Douglas Hurd en aras de la unidad.

El Partido Conservador ha preferido la feliz derrota del ministro de Hacienda a la victoria pírrica de Thatcher, y ya habla de la conquista del futuro con Optimismo, una vez reconcilidas las diversas corrientes, no ya sólo en el partido, sino en el Gobierno.

Los thatcherianos esperan con expectación lo que vaya a hacer el delfín de la ex primera ministra, al que han apoyado con toda la fuerza. Creen que Major va a poner más énfasis en lo social, pero confían en que no sea tanto como para echar por tierra el credo thatcheriano de que la entrega de muletas a la sociedad y al individuo no hace sino destruir su instinto de mejora.

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Esa misma tendencia intervencionista en lo social es la que atrae al ala izquierda del partido, que reniega del liberalismo manchesteriano de Thatcher y predica la responsabilidad que el privilegio conlleva para con la sociedad.

Major se ha convertido en la clave que une las dos ramas de este arco ideológico y su futuro político depende del modo en que resuelva el reto electoral. Una derrota en las elecciones generales que ha de convocar de aquí a junio de 1992 volvería a crear un torbellino sobre las aparentemente plácidas aguas conservadoras.

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